LA CARTA.
Me ha llegado una carta, pura hiel,
de heridas que no han sido resanadas,
alfileres de cosas silenciadas
que se albergan debajo de la piel.
Son letras como espadas en tropel,
estilete de frases estudiadas
escritas pura sangre, cinceladas,
duelo a muerte en el blanco de un papel.
Qué esperas de esta afrenta, qué confieren
tus palabras, tu absurdo proceder…
La guerra sin sentido ha terminado,
tus palabras de ayer ya no me hieren,
son floretes sin punta, sin poder,
esgrima de un pasado ya olvidado.
Cecilia Ortega Astorga.