A Nuestra Señora del Carmen
Mientras recorro tus calles de la Graciosa, a la llegada del atardecer levanto mi mirada al cielo, veo tu estrellada bóveda, dejando con la boca abierta a cualquier persona, que ha tenido la oportunidad de mirar tu cielo oscuro, de gran luminiscencia, donde faltará noche para contar los astros que sobre mi cabeza se encuentran…
Miró más allá y tu figura inmaculada que va en peregrinación para ser embarcada, así un pueblo te acompaña con la palabra de Dios por intermedio de la fe y la esperanza, expresando la religiosidad y la devoción que en tu fiesta se encuentran. Llegan a millares los peregrinos. Señora de la tierra, del sol y la luna, en tu vestimenta las preseas multicolores, que llevas en tus brazos al Niño Jesús, acompañada de las danzas, los sueños y el chapoteo de las palmas humanas, brindando algarabía en el agua, tal cual peces saltando fuera de ella, al momento de subirte a tu embarcación, bendiciones, dones y protección derramas a quien ha vivido y vive tu fiesta.
A ti patrona amada te presento mis respetos, con este cantar, que nació de un juglar, para reverenciar tu fiesta Virgen del Carmen, que te encuentras en la Graciosa y una de tus más célebres devotas, Inocencia, se ha convertido en un faro de luz y guía, para los que en ti ponemos nuestros corazones, día a día, en esta isla y más allá de sus fronteras.
Agradezco la oportunidad de poder escribirte estas letras Señora amada, Virgen del Carmen en esta fiesta sagrada.
René Julio Milla Auger.