Amor, llegué
No es la noche, es el momento de encontrarnos,
con la sutileza de atinar sin prisas.
Por si las horas se tornan nuestros cómplices
para abrazarnos con las palabras descritas,
con las miradas casi cerradas, pero en olvidos
cuando las caricias erizaron la piel.
Llegar en las horas inciertas,
es decir con horas vivas y muertas.
Con las sonrisas que brotan desde el alma
para conquistar momentos, sin palabras.
Llegar y esconder los temores,
es abrir los brazos a las razones.
Dibujando esperanzas por un beso
el que desude las palabras, las caricias y sueños,
que han de encontrar sentimientos sin calmas.
Llegué desde las cercanías lejanas,
donde el sol se esconde sin calmas.
Ahí donde la luna se despeina entre las sombras
para conquistar a los amantes que deambulan
sin las prisas, porque la noche siempre aguarda.
Avistamientos de siluetas similares,
de momentos inimaginables.
Del dolor a la alegría, del apuro a la calma,
comprendiendo que aguardar mejores momentos
la vida se escapa entre las soledades del alma.
Llegue apurado y sin apuros,
corriendo desde donde vivo.
Porque la vida aguarda, como el cariño.
Amigos de las palabras, los besos y los sentidos
anidando los cuerpos abrazados
hasta que el nuevo día, nos diga lo que no dijimos.
Moisés Jorquera Vivanco.