BALADA PARA LOS SUEÑOS RECURRENTES
Ah… colgados del andén, en la penumbra,
mirada pendiente de la lámpara en silencio.
Antiguos y constantes,
visita consumada en el filo de los labios
con sus copas de luna – desbordadas y trémulas-.
Dentelladas de otoño al final de la calle
con sus caricias mudas, con sus perros de presa,
con los ojos abiertos,
con el futuro atado a la melancolía.
Amarillos y azules,
ocultando su rostro en un manto de arena,
hollando el horizonte
con el perfume necio de arlequines y súcubos.
Caricias virginales en la piel del ocaso.
En la terraza
escurre agua de lluvia
y algunas lágrimas.
Everardo Antonio Torres González.
México.