El EBRO
Ese río que corre desesperadamente,
serpiente azul, que un día
yo penetré en su cuerpo,
fui limo de su fondo y piedra de su orilla,
hoy me busca él a mí y me halla en los campos,
en el musgo y el sauce, en el junco doblado.
Allende de su hondura, nube que se desploma,
relámpago que ciego quiere su corazón,
trueno que, enmudecido, en sus aguas se hunde.
Ese río no sabe que por mis venas corre,
que en su corriente lleva unos ojos abiertos,
un alma, cien estrellas y mis dos apellidos
y que le estoy besando con labios de ceniza.
María García Romero.
Del libro: «Maldita Musa'».