El grito

El grito

La rabia de este espíritu cohibido
no se oye más allá de mi garganta
si todo mi esqueleto se quebranta,
exhausto, desde un duelo comprimido.

Permanece en el indócil latido
—incómodo, potente—, y se amedranta
con la razón —¡cobarde!— que se achanta,
amordazando el hilo de un gemido.

Pero hoy el prisionero ha roto el muro
entre llantos y gritos desbocados.

Alguien con disimulo tuerce el gesto,
mas es del alma ese alarido impuro
que retumba en tímpanos perforados…
y a mí ya no me importa si molesto.

Encarna Martínez Oliveras.

[Indócil]

Alarido
indócil
razón
de cada
latido
espíritu
desbocado
prisionero
ante el
muro
roto

Vicente López-Ibor Mayor.

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