Demencia senil de un poeta
Se borró de la mente la palabra;
no quedó nada que decir.
Se apagaron sus ojos,
los vírgenes lienzos de ayer,
los óleos codiciados del presente..
El diccionario desapareció
del anciano cerebro;
su vida se borró vocablo tras vocablo.
Inmerso en el silencio.
vivió su muerte en la agonía
del rico mundo interno que albergaba.
Ahora cada poema
es un grito ensordecedor,
sin un sentido, sin palabras,
sin un papel siquiera
en el que garabatear su adiós.
El último verso no llegó a tiempo:
voló el poema con la brisa.
Tal vez, una tarde de lluvia
el viento se lo silbe a algún poeta
que sepa transcribirlo con pasión,
y en la soledad de la noche acceda
a despedirse él por los dos.
Encarna Martínez Oliveras