Madurad el lenguaje
Madurad el lenguaje,
elegid con gran cuidado la gubia y el cincel,
los materiales.
Ponedle el ala justa para el vuelo
o el lastre que hasta el cieno los remanse.
No digáis: “Ésta es mi mano”
ni “qué dolor más hondo”
o “cuánta herida”.
Que sienta el aire el tacto de los dedos,
que el pecho se haga ortiga
y que las lágrimas,
batiéndose en temblor,
cuelguen del verso
escocias agudísimas de acanto.
Y no escribáis “amor”,
amad sin freno
rompiendo cuerpo a cuerpo las distancias,
buscad el tiempo cálido del verbo,
su punto de inflexión,
el verso exacto
que rompa el equilibrio de la duda
y abaje el corazón a sus murallas.
Juan José Alcolea.
Publicado en el libro «Cuando los nombres estén dados«.
Premio «Pastora Marcela» 2012 en Campo de Criptana.