ERAN DOS
Eran dos máscaras, sonrisa y lágrimas;
tremor de piano,
trasluz de luna,
temblorosos labios…
eran dos almas mecidas por el viento.
Dos en la sombra con sabor a otoño,
con las pupilas prendidas a la rosa,
a las estrellas con amor prendidas.
Y no cabían en las caracolas,
en las arenas… en la mansa yerba,
en el suspiro del trigal que ondula
cuando lo mueven la pasión y el cielo.
Eran dos cuerpos que bañaba el alba
con el desnudo de su luz-espejo.
Y sólo el viento se cubrió en la calma,
en el sosiego de su voz etérea;
con la sonrisa que tiñó las lágrimas…
en la penumbra clara del espejo.
Everardo Antonio Torres González