Hasta nunca jamás.
Corté los hilos que sujetaban
mi sombra a mis pies,
su oscuridad no me dejaba volar
y tenía una cita más allá de las nubes.
Encontré la chispa necesaria
y mi piel, tan volátil, estalló,
más no me consumía,
sólo consumía palabras.
Siempre tuve un pensamiento alegre,
como canicas guardadas en el bolsillo,
las perdí entre las raíces
de aquel árbol hueco
que el tiempo horadó,
llenando de aire lo inhóspito.
Abrí todas las jaulas,
ninfas y hadas se pusieron a volar,
y llovió magia y sentido.
Salí del subsuelo en llamas envuelto
y me alimenté de metáforas,
derramé sobre ellas mi vida.
No soy poeta
aunque en mí esté la poesía,
ella sólo buscaba abrigo
y yo la cubrí de mi tiempo.
Las lágrimas, las risas,
los enojos y los sueños,
los deseos, el amor,
no se meditan porque brotan,
así brotan las palabras
que después no recuerdo.
No soy poeta pero ella me poseía,
vive y respira en mis huecos,
dónde el aire fue un pensamiento.
Ahora mi sombra, celosa,
me persigue y yo la burlo,
disfrazado con palabras.
Buscaré allá dónde se perdieron los niños,
allá dónde su inocencia quedó anclada,
sobre barcos pirata,
acosados por cocodrilos gigantes.
Buscaré allá, más lejos de nunca.
José Manuel Barello.