PESADILLA
Anochecía ya cuando la suerte
desenfundó sus balas de fogueo.
Nunca lo pude ver, pero lo veo,
y ahora sé que son tiempos del más fuerte.
Todo se oscureció. No pude verte.
Y ante esa voz que domina el deseo
quise creer lo que yo nunca creo
y me jugué la luz a vida o muerte.
Todo se volvió triste e imposible.
Todo, alma encerrada en la locura.
Todo, premoniciones del dolor.
Nada se presentó como creíble.
Nada, calma que adorna la cordura.
Nada, dulce presagio del amor.
Nieves Álvarez Martín.