El tiempo va pasando
Dejo rodar el tiempo, perpetúo el oscuro
brillante de tus ojos después de haber vivido
el regalo de un sueño.
Dejo rodar el tiempo que solo tú comprendes.
Acojo los abrazos de las crecidas sombras,
y pasa la mañana con su recuerdo leve,
aquél de piel sedosa, al máximo deseo,
donde vuelve al destino un amor recobrado.
Porque así me dejaron unas noches calientes,
soy una soledad nunca elegida,
un invierno que late, una estación secreta
donde fuimos un día.
Abriré las ventanas para ver
los álamos y el río mirándose a los ojos,
y el canto de un canario… en mi mudo soñar.
José Manuel F. Febles.
Del libro “Vivir sin olvidar”.