PRIMERA VEZ.

Abrir los ojos y encontrar la luz del sol, encegueció.
Cerrar la puerta, cerrar el corazón.
Es quizás la angustia del olvido de la razón.
Sentir que el frio es la compañía perfecta, sin olvidar
que las horas de soledad endurecen al corazón.

No hay tiempos de verdad, no hay tiempos para hablar.
Las luces se apagaron, luego se prendieron,
entró el sol, la luz de la luna y tú,
se fueron las sombras, llegó la voz,
sentir que todo dolor ya no tiene razón,
del miedo a la alegría, del silencio al resplandor.

Es el misterio de una mirada, del hielo que no se alcanza.
Que rompe los derroteros del abismo y el rencor.
Un beso, sin caricias, sin palabras, sin reacción.
Comienza a encender el encuentro que se llenó de amor.

Nada se leyó en algún manual, nadie dijo como empezar.
Son los misterios de la vida que nos llevan a soñar.
El primer encuentro, las luces iluminaron sin pestañear
se apoderaron del misterio, de los besos sin mirar.
No es comparación, es razón.
Duelen los tiempos que no se viven.
Alegran las caricias que hacen sentir la vida, al comenzar un nuevo día
como si nunca se vivió en ningún lugar.

Días y noches mágicas de la primera vez,
inundan pensamientos desde el amanecer.
Aire que ahoga la respiración sin maldad, aviva sentimientos
despertando un tiempo que no se vivió.
Tú mi primera vez, tú mi primer amor.

Moisés Jorquera Vivanco.

Del libro «De a dos».