RESISTE

No dejes que sus párpados te aniden
ni pose en tu mirada sus insectos,
esquívala al pasar
y, si te quiere,
que venga ella a por ti cuando no puedan
las vigas resistir tanto derrumbe.

No ofrezcas nunca
tu cuerpo sin luchar por gusanera,
ni te deshombre la hora y el lugar.

Si estás despierto,
exígele
que acuse tu recibo.

Otra vez 13 de enero,
hay que resistir,
que no nos hunda
su mano traicionera por la espalda.

MI PADRE

Es difícil nombrar este silencio,
este puesto de escucha
en el que esperas
la última batalla
donde acabe tu cerco en los horarios.

Es difícil poner cada distancia
sobre el exacto filo de algún nombre,
abrir con precaución la piel del aire
y ver los versos niños que han quedado
colgando entre las ramas
sin boca en qué sangrar su alumbramiento
ni estrofa en que esconder su hambre de duda.

Es difícil dejar entre paréntesis
el cuerpo que hoy ocupas
y, haciendo un ejercicio de gimnasia,
mirar desde el trapecio el árbol hueco
que pronto ya será sólo tu excusa.

Y no sentir, descalzo de la carne,
que ya has gastado el cupo sin apenas
cobrarle al tiempo un precio por tu vida.

Y mirarte despacio en el dibujo
de tumba que es la sombra
y, estando así caído,
no tener adjetivos para alzarte
ni verbo en que olvidar tu sed de sueño.

Es difícil quedarse sin preguntas
ni nada que ocultar detrás del tiempo,
sólo en la espera
de que el viejo crupier tire los dados
y acierte el hueco en blanco que te queda.

Socuéllamos,
febrero y trece,
sigue el viento su lucha de desgaste.

Juan José Alcolea Jiménez.