POR LOS ESPEJOS FIELES
Cuando recito
mi voz se adapta como una sombra
a mis palabras,
como los mares a las rocas
bordean,
el poema se extiende
hasta aquel horizonte
que ambicionan los ángeles.
Es cuando miro a quienes me escuchan, a sus ojos,
a los espejos fieles
de toda afectividad.
No son estatuas,
visten con desnudez
su propia piel de piedra,
mientras resbala firmemente
lo que ya no recuerdo
de mi última palabra.
Pendiente de la próxima armonía
que no sabré escuchar,
me siento el redentor
de mis presentimientos.
Ellos me orientan,
marcan este camino con señales
que tiñen a mis adjetivos.
Miro hacia sus almas,
cada una con su idioma
y transparentes,
han dejado de lado
sus luchas cotidianas,
el café del ritual de la rutina,
para acompañar a un poeta
y sentir de esta forma
que los lenguajes bellos
son imprescindibles,
¿o acaso somos gestos
de cuando Dios pensaba en otra cosa?
Fernando Fiestas.