SE ALEJA UN BARCO
Sólo te miro, la sala se ilumina y la pecera es un mundo pequeño que se pierde en las ramas colgantes del helecho. La sombra del perchero parece un pájaro en la quietud del cielo.
Los pececillos
dibujan el crepúsculo
sobre las olas.
Llega la noche, un grillo solitario canta detrás de un cuadro, mientras el viento, traspone suavemente la ventana entreabierta, las cortinas ondean deteniendo la brisa.
Se enciende el faro
las olas van y vienen
en blanca arena.
Recoges la blusa, frente al espejo te estiras, y humedeces los labios, algunos rayos asoman e iluminan el umbral y la blanca ternura de tu espalda.
Se aleja un barco
el silbido se pierde
en las montañas.
Everardo Antonio Torres González.