¿Por qué leer?
“Leo por placer, y no por enterarme de las cosas, no por atesorar erudición” (Azorín: Los dos luises).
Un grave mal afecta a nuestra civilización; un terrible cáncer amenaza acabar con la cultura: hay una fuerte resistencia a la lectura.
El fenómeno se presenta no solamente entre personas de la clase económicamente baja, a quienes muchos, catalogan de incultos por su bajo nivel de escolaridad. Por cierto yo no los califico de esa manera, pues ellos muchas veces no leen porque no tienen dinero para comprar un buen libro, o no se lo prestan, o es tanto su cansancio físico después de la ardua jornada en la fábrica o la obra, que caen como piedras en la cama, pero aún así entre ellos he visto muchos asiduos lectores.
Esta deficiencia se da también entre las clases media y alta, quienes presumen de cultos. Entre líderes políticos y empresariales hay una marcada animadversión a la lectura, será porque dicen que deben enterarse de todo de manera ejecutiva, para ahorrar tiempo, y así en un par de líneas conocer cuanto les es necesario para la toma de decisiones, por eso piden tarjetas con ideas concretas, resumen del resumen, e incluso firman documentos sin leerlos siquiera; o ¿será porque les afecta la enfermedad de la pereza intelectual?
Quizá este fenómeno se deba a los influjos de la internet y los mensajes telefónicos, donde urge la velocidad en la comunicación en pocas palabras, o por la televisión con sus imágenes y sonidos ya digeridos que entran directo al cerebro sin ningún esfuerzo. El caso es que este mal ejemplo permea a los jóvenes y niños, para seguir influyendo en el decremento del número de lectores.
Esto es por quienes no les gusta leer. Dejemos a un lado a los augures fatalistas con sus ideas propias de novelas como 1984 de George Orwell o Fahrenheit 451 de Ray Bradbury, donde conviene tener gente ignorante, enajenada, para manipularla con mayor facilidad.
Inclusive hay quienes apuestan por la desaparición de los libros ante el incremento de la influencia que están teniendo los medios electrónicos, pero estos corifeos de la incultura olvidan las leyes de la evolución, pues si bien hay quienes siguen en la cultura del papel y buscan continuar con esta centenaria forma de publicar los libros, a su lado ha surgido de manera poderosa la industria editorial electrónica, para así acumular toda una gigantesca biblioteca en una pequeña memoria USB, y mientras el ipad o el teléfono móvil (por ejemplo) tenga energía, se puede leer en cualquier lado también. Claro, además están los audiolibros y los videolibros. En pocas palabras, los hay para todos los gustos.
Mi pasión por los libros inició en la infancia.
Por mi parte, puedo decir que mi pasión por la lectura nació desde el momento en que los maestros y mis padres me enseñaron a descifrar el oculto y mágico significado de las palabras, durante aquellos despreocupados días de la infancia, en los cuales todo es nuevo y asombroso, sensaciones que todavía me acompañan cuando tomo entre mis manos un libro.
Cabe aclarar que cuanto aquí expongo no es fruto exclusivo de mi experiencia, está enriquecido con las opiniones de mis hijos y varios amigos apasionados por la lectura, a quienes agradezco mucho sus aportaciones.
Continuará…
Phillip H. Brubeck G.