Sequía del alma

SEQUÍA DEL ALMA

La tierra está reseca, agrietada, resquebrajada en miles de secciones por toda la planicie.

La tierra está reseca, la arena cubre la superficie, cualquier viento la hace cambiar de lugar con la volatibilidad del tiempo para ir hacia el vacío.

Las armas detonan sus gritos de muerte, el retumbar de las bombas horada las montañas, estremece al planeta por todos lados.

Hay seres posesionados por el maligno espíritu de la soberbia y el egoísmo esparcidos en todo el orbe, en su paranoia se sienten amos y señores del universo, sus conciencias están siempre asediadas por los enemigos creados por ellos mismos; no viven en paz, siempre alertas para detectar cualquier reacción en su contra, y si no la hay, la generan para mantener su tranquilidad nunca alcanzada.

Son hijos de Mammón, por eso no pueden tener otra cosa en su corazón más que el afán de la riqueza y del poder.

Los vemos por todos lados con la falacia del imperativo del terror para imponer la paz. Lo que no alcanzan a ver es que una de las principales reacciones de las víctimas de esa violencia es la silenciosa acumulación del rencor, el deseo de venganza para hacerse justicia, para recuperar la libertad. Así la violencia genera más violencia, el odio mutuo se retroalimenta en un vórtice descendente hasta la incandescencia del magma en lo más profundo del Hades.

Sí, intimidan los espíritus mansos para mantenerlos sometidos como esclavos, amordazados para que no externen su oposición. Por miedo no hablan, por miedo no reaccionan.

Algunos de esos seres que han perdido las cualidades humanas, pueden parecer insignificantes, como el marido controlador que mantiene dominada a su esposa, como el tahúr del barrio, el extorsionador que tiene sometidos a los habitantes de una colonia o caserío, o el delincuente que ha ido creciendo y domina a poblaciones enteras.

Políticos adoradores de Baal enquistados a veces como caciques de una aldea, o como gobernantes de naciones enteras, solo ven su beneficio personal y todo aquel que no se les subordine es un enemigo sin derecho a nada, susceptible de ser eliminado de la faz de la tierra sin misericordia alguna.

No nada más son las hecatombes de las grandes guerras en Ucrania, Palestina, Irán, Myanmar, Nigeria y Sudán. También es el terror en contra de los migrantes en Estados Unidos, la represión en los países sojuzgados por regímenes que se dicen surgidos del pueblo en Hispanoamérica, la amenaza de los cárteles de la droga en México quienes dominan a sus gobernantes. Todos sus líderes sufren la sequía del alma.

A ti levanto mis ojos Señor para preguntarte ¿por qué tanta violencia?, ¿tanto odio?, ¿tanta muerte innecesaria? Son las preguntas de millones de bocas que se elevan hasta el empíreo, anhelantes de un poco de paz.

La humanidad está reseca, las personas caminan con pasos indecisos, no tienen un puerto seguro a donde dirigirlos, todo es incertidumbre, con tanta injusticia les han robado la esperanza.

La humanidad está reseca, las almas agrietadas ya no tienen fuerzas para hablar, les falta la lluvia de la caridad, el amor fecundo.

No nos cansemos de levantar la voz en contra de tantas y múltiples injusticias, no nos cansemos de prodigar amor, comprensión, solidaridad, a quienes nos rodean, en congruencia con nuestras palabras, gestos y acciones de esperanza, para acabar la sequía del alma.

Phillip H. Brubeck G.
México.

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