No es el momento del viento frio.
Ahí, en donde se han roto los cerros,
el viento que entraba cálido, se ha enfriado.
Contagiando suspiros y palabras de mal encanto,
sintiendo que todo lo alcanzado, se endurece, por miedos
de una esperanza que no se sostiene en el tiempo.
Se han ido las palomas, los gorriones y los canarios,
se han ido los conejos, los zorros y los zorzales.
Es donde el clima era amable y cordial, se ha enfriado,
los sueños de una mirada sin recelos se han vuelto
defensas para contaminar los sueños.
Una escalera ayuda a llegar más alto.
Un sueño te lleva a encontrar los anhelos de triunfos
cuando comienzas a despertar del oscuro sendero.
No hay malas palabras que no duelan a miedo.
No hay palabras dulces que no alegren los sueños.
Es la soledad de una ráfaga de vientos fríos,
que endurecen las palabras, los sueños y las miradas.
Descansan los temores, despertando ironías de un recuerdo.
Más alto, más mentiras que no comprendo,
las personas idealizan sus sueños, sin comprender,
las responsabilidades de un despertar sin fuegos.
El verano emprende su marcha, el otoño avisa su llegada.
los trinos desaparecen, en el jardín no florece el rosal
donde las mariposas llenaban de colores la vida entera.
Los suspiros de una caricia se destruyen sin pereza
al no encontrar la primavera bella.
No es el momento del viento frío.
se desoyen las malas palabras y tu voz
que desde la distancia trae sabiduría con ansias de acallarlas
tomando la mano del consuelo para abrigar los sentidos
de una nueva mañana, sin fríos, sin malas palabras.
Moisés Jorquera Vivanco.
Del Libro “Espumas en el mar”.
