Consejos para escribir bien: El párrafo

Variedad

EL PÁRRAFO.

´Párrafo corto y largo

En el párrafo se vierte una unidad completa del pensamiento, formado por un conjunto de frases y oraciones, en torno a una idea central.

Las ideas de cada párrafo[1] deben mantenerse enlazadas con el tema del escrito en general, con el objeto de mantener la unidad de propósito.

El párrafo se puede dividir a su vez en varios períodos que se separan unos de otros con un punto.

Período corto.

El período corto utiliza preferentemente oraciones simples.  En la medida de lo posible tiende a prescindir de construcciones con varias oraciones subordinadas o coordinadas.

Esta construcción evita que la mente mantenga un esfuerzo continuo para reconstruir la marcha del texto; basta que se capten ideas sucesivas, sin la necesidad de conservarlas rigurosamente para agruparlas con los conceptos siguientes.

Las ventajas que tiene son:

  • Rapidez.
  • Viveza.
  • Tendencia al ahorro.
  • Concisión.
  • Simplicidad.
  • Claridad de pensamiento.
  • Fuerza.
  • Impacto.

Ejemplos:

“Podría decirse que las obras artísticas no deben ser tan elevadas sino de fácil acceso a todos.”

“Responderemos que no será el arte el que ha de descender al pueblo –hasta hacerse comprensible a las cocineras- sino el pueblo el que debe elevarse hasta el arte.”[2]

Por estas razones el párrafo corto se ha impuesto en el uso de las redes sociales, determinado además por las limitantes del número de caracteres a usar, como sucede con el Twitter, así como por la velocidad de respuesta que demandan las costumbres en el uso de estos medios.

Otro ejemplo son las recomendaciones que hace Word Press, “un sistema de gestión de contenidos (CMS) que permite crear y mantener un blog u otro tipo de web”,[3] para tener una buena legibilidad en los textos que se publican en internet:

  • 1 de los subtítulos está seguido por más del máximo recomendado de 300 palabras. Trata de insertar otro subtítulo.
  • 6 de los párrafos contiene más que el máximo recomendado de 150 palabras. ¿Estás seguro de que toda la información de cada uno de estos párrafos es sobre el mismo tema, y por lo tanto pertenece a un solo párrafo?
  • 2% de las frases contiene más de 20 palabras, que es más que el máximo recomendado de 25%. Trata de acortar tus frases.

Al parecer, estas recomendaciones de contar el número de palabras adecuadas para un párrafo, deriva de aspectos sicológicos de la mayoría de las personas del siglo XXI, de poca concentración para las lecturas de textos amplios, al vivir siempre con prisas y no tienen tiempo para leer con calma.

Su abuso provoca saltos bruscos en la transmisión de las ideas, pues basados en el dicho: “Al buen entendedor pocas palabras”, terminan sacrificando el contenido real de la idea que se busca transmitir, con lo cual dificultan la ilación entre los párrafos y con ello la continuidad del escrito en general. Deja la impresión de que falta mucho por decir.

Período largo.

El período largo se construye con oraciones coordinadas y subordinadas, traba los elementos del texto, enlazando las ideas y las oraciones.

Requiere las condiciones de tiempo reposado para permitir la evolución, matización y explicación de los pensamientos; y un trabajo de reflexión por el que la mente va encajando los distintos miembros del escrito, aceptando el razonamiento.

Sus ventajas son:

  • Gana en profundidad de elaboración del pensamiento.
  • Se fundamenta más extensamente en la lógica.
  • Es más analítico.
  • Puede alcanzar perfección de forma y de pensamiento.

Ejemplos:

(Alfonso) “Reyes es un hombre para quien la literatura es algo, más que una vocación o un destino: una religión. Escritor cabal para quien el lenguaje es todo lo que puede ser el lenguaje: sonido y signo, trazo inanimado y magia, organismo de relojería y ser vivo. Poeta, crítico y ensayista, es el literato: el minero, el artífice, el peón, el jardinero, el amante y el sacerdote de las palabras. Su obra es historia y poesía, reflexión y creación. Si Reyes es un grupo de escritores, su obra es una literatura. ¿Lección de forma? No, lección de expresión. En un mundo de retóricos elocuentes o de reconcentrados silenciosos, Reyes nos advierte de los peligros y de las responsabilidades del lenguaje. Se le acusa de no habernos dado una filosofía o una orientación. Aparte de que quienes lo acusan olvidan buena parte de sus escritos, destinados a esclarecer muchas situaciones que la historia de América nos plantea, me parece que la importancia de Reyes reside sobre todo en que leerlo es una lección de claridad y transparencia. Al enseñarnos a decir, nos enseña a pensar, de ahí la importancia de sus reflexiones sobre la inteligencia americana y sobre las responsabilidades del intelectual y del escritor de nuestro tiempo”

“El primer deber del escritor, nos dice, estriba en su fidelidad al lenguaje. El escritor es un hombre que no tiene más instrumento que las palabras. A diferencia de los útiles del artesano, del pintor y del músico, las palabras están henchidas de significaciones ambiguas y hasta contrarias. Usarlas quiere decir esclarecerlas, purificarlas, hacerlas verdaderos instrumentos de nuestro pensar y no máscaras o aproximaciones. Escribir implica una profesión de fe y una actitud que trasciende al retórico y al gramático; las raíces de las palabras se confunden con las de la moral: la crítica del lenguaje es una crítica histórica y moral. Todo estilo es algo más que una manera de hablar: es una manera de pensar y, por lo tanto, un juicio implícito o explícito sobre la realidad que nos circunda. Entre el lenguaje, ser por naturaleza social, y el escritor, que sólo engendra en la soledad, se establece así una relación muy extraña: gracias al escritor el lenguaje amorfo, horizontal, se yergue e individualiza; gracias al lenguaje, el escritor moderno, rotas las otras vías de comunicación con su pueblo y su tiempo, participa en la vida de la Ciudad.”[4]

Mientras que en la redacción periodística, lo ideal es manejar el período corto en párrafos breves, porque permiten se capte el mensaje con mayor rapidez y claridad, para satisfacer la necesidad de información ágil y precisa del lector moderno, quien dispone de poco tiempo para la lectura, por regla general (además de las limitantes de espacio), en el ensayo se utiliza más el párrafo largo para lograr una evolución lógica de las ideas, a través de raciocinios que se van engarzando unos a otros hasta completar las ideas con profundidad, tomando en consideración que el lector no corre prisa alguna por captar todos los detalles que el autor le quiere comunicar con absoluta claridad.

No obstante lo anterior, en ambos casos conviene intercalar párrafos largos y cortos cuando la redacción así lo requiera, según la información disponible, el ritmo del fluir de las ideas y las palabras, con lo que se logra romper la monotonía del estilo.

“La tercera tarea del historiador es considerar qué incluirá y qué omitirá (…) Heródoto se hace cargo de que un relato de considerable extensión debe diversificarse con pausas para que produzcan un efecto agradable en el espíritu del lector, y que no puede mantenerse en el mismo sendero siempre -por mucha que sea su artesanía- sin crear una penosa sensación de monotonía. En consecuencia se propuso imprimir variedad a su obra (…) y el lector que ha tomado contacto con sus obras queda embelesado hasta la última sílaba y ávido de continuar.”[5]

Debemos tomar en cuenta que un texto redactado exclusivamente a base de oraciones largas suele resultar oscuro, embrollado; por el contrario, una serie ininterrumpida de oraciones cortas, enlazadas por puntos, es causa de monotonía. Por consiguiente: conviene alternar las oraciones cortas con las largas para que lo escrito resulte variado, armonioso.

Así nos demuestra Gary Provost que con la variedad del tamaño de las oraciones se logra imprimir un buen ritmo en el escrito:

 

This sentence has five words. Here are five more words. Five-word sentences are fine. But several together become monotonous. Listen to what is happening. This writing is getting boring. The sound of it drones. It’s like a stuck record. The ear demands some variety.

Now listen. I vary the sentence length, and I create music. Music. The writing sings. It has a pleasant rhytm, a lilt, a harmony. I use short sentences. And I use sentences of medium length. An sometimes when I am certain the reader is rested, I will engage him with a sentence of considerable length, a sentence that burns with energy and builds with all the impetus of a crescendo, the roll or the drums, the crash od the cymbals –sounds that say listen to this, it is important.

 

Gary Provost (100 Ways to Improve Your Writing, 1985)[6]

Esta oración tiene cinco palabras. Aquí hay cinco palabras más. Oraciones de cinco palabras están bien. Pero varias juntas se vuelven monótonas. Escucha lo que está sucediendo. Este escrito se está volviendo aburrido. Su sonido habla en un mismo tono. El oído demanda alguna variedad.

Ahora escucha. Varío el tamaño de la oración y creo música. Música. El escrito canta. Tiene un ritmo agradable, armonía. Uso oraciones cortas. Y uso oraciones de tamaño medio. En ocasiones cuando tengo la certeza de que el lector está relajado, lo engancho con una oración de extensión considerable, una oración que arde con energía y construye con todo el ímpetu de un crescendo, el retumbar de los tambores, el estallido de los címbalos –sonidos que dicen: escucha esto, es importante.

Gary Provost (100 formas de mejorar tu escritura, 1985)

La ampulosidad en ocasiones es verborrea, exceso de palabras, sonoridad excesiva, retórica en suma, en el sentido peyorativo de la palabra.

“He aquí, finalmente, la opinión de Baroja sobre el tema que nos ocupa:”

«El párrafo largo, el período de origen latino, formado por varias oraciones, unidas, tiende, naturalmente, a la elocuencia.  El párrafo largo es, pretende ser, una síntesis.  Nuestro tiempo tiende al análisis.»

«El párrafo largo parece todavía natural al idioma castellano.  Ha dominado y domina aún.  Castelar, Valera, Galdós, lo han empleado.»

«A principios de siglo[7], Azorín, algún que otro escritor y yo, intentamos el párrafo corto.  Para mí era la fórmula más natural de expresión, por ser partidario de la visión directa, analítica, impresionista.»

“En realidad –anotamos- este párrafo corto, impresionista y analítico, parece haberse impuesto por completo entre los escritores contemporáneos.  Es verdad –no importa repetirlo- que el período amplio se presta más a la belleza; pero también es verdad que resulta más difícil de manejar, exige condiciones especiales de dominio del idioma que no se aprenden fácilmente.  Para escribir como Cervantes, no hay reglas.  En cambio, el período breve, a base de frases cortas, puede dominarse con más facilidad, es más asimilable.”

“En nuestra disciplina, en nuestro empeño por alcanzar la redacción correcta y limpia, hemos de dar cierta preferencia al párrafo corto, incisivo y rápido.  Exige menos esfuerzo creador en quien escribe, resulta más adecuado para una información escueta, y su empleo nos resulta más fácil cuando dominamos sus resortes.  Siempre que no caigamos, claro está, en el “puntillismo” literario.”[8]

“En la construcción verbal existen algunas ventajas, de tipo estilístico principalmente. De aquí nace la frase o período largo, en contraposición al corto de la prosa moderna. Cervantes, Fray Luis de Granada, Ortega y Gasset y Unamuno se recrean en la construcción verbal, más o menos amplia, según la evolución estilística de cada época. Gracián, Hurtado de Mendoza y «Azorín» prefieren la precisión de la frase corta”.[9]

Recordemos que “la concisión es una cualidad plausible del lenguaje siempre que no afecte a la claridad”.[10]

[1] PERÍODO: Frase Compuesta.

PÁRRAFO: Cada una de las divisiones de un escrito comenzadas con letras mayúsculas y terminadas en punto y aparte.

[2] GODOY, Emma: Sombras de magia. Fondo de Cultura Económica. 1ª edición, 1ª reimpresión, México, 2004, p. 30.

[3] https://www.webempresa.com/wordpress/que-es-wordpress.html

[4] PAZ, Octavio: El laberinto de la soledad. Fondo de Cultura Económica. 3ª edición, 3ª reimpresión, México, 2004, pp. 176 y 177.

[5] DIONISIO de Halicarnaso: Las tres cartas literarias. ed. por W. Rhys Roberts, Cambridge, 1901, University Perss: Carta a Pompeyo, caps. 3 y 6. Citado por Arnold J. Toynbee: El pensamiento histórico griego. Trad. Alicia B. Gómez y Jorge Elías Cromber. Editorial Sudamericana, S.A., 1967, Buenos Aires, p. 238.

[6] He puesto la versión en inglés para resaltar el espíritu original de esta recomendación, toda vez que la traducción al español no se puede hacer siempre con la misma cantidad de palabras.

[7] Se refiere al siglo XX.

[8] MARTÍN Vivaldi, Gonzalo: Op. Cit. pp. 116 y 117.

[9] ALONSO, Martín: Ciencia del Lenguaje y Arte del Estilo. Tomo 1 Teoría y sinopsis. p. 12

[10] SCOTT, Walter: Woodstock. Ed. Ramón Sopena, S.A., Barcelona, 1966, p. 10.

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