MI AMIGA LA MUERTE.

Quizá lloramos nuestra soledad, o tal vez el remordimiento de no haber dado a nuestros muertos el amor que debimos dar

¿Por qué temer a la muerte?

Ella siempre nos acompaña, aunque ignoremos su presencia, mientras no se manifieste. Aquí está junto a nosotros, no nos incomoda, solo espera paciente.

Mejor será tener presente que desde que somos concebidos estamos en fila, esperando nuestro turno para irnos de la mano con tan temida dama.

No sabemos cómo, cuándo ni dónde será la cita inevitable; que si lo supiéramos moriríamos en vida, sin llegar al encuentro final.

La muerte nos hace llorar

Lloramos a nuestros muertos. ¿Será por amor? o ¿por temor a la soledad? o ¿por un simple egoísmo?

Sí, a veces somos egoístas al querer tener siempre a la persona querida, aún cuando su cuerpo sea una llaga dolorosa, o su alma sea la que sangre.

Quizá lloramos no por nuestros muertos, sino por el sustento o apoyo que solían darnos y ahora tendremos que obtener con esfuerzo propio.

Quizá lloramos nuestra soledad, o tal vez el remordimiento de no haber dado a nuestros muertos el amor que debimos dar, mientras tuvieron vida y estuvieron junto a nosotros.

La muerte siempre está junto a nosotros, hagámosla nuestra amiga, que nos entregará al Creador, que nos hemos librado de un cuerpo doliente y de pasiones mezquinas.

Sí, los muertos están tranquilos, sus limitaciones corporales han desaparecido, su espíritu se desprendió de la carroña de la vida, cuando en arrepentimiento pidió el perdón divino y su alma descansará.

¡Muerte! Muchos te temen, otros te llaman en espera de calmar sus congojas.

Pero tú sabes cuando, no hay que apresurarse, la vida que se nos concede debe ser bebida sorbo a sorbo, disfrutando cada instante. Al final nada que dejes te hará llorar; porque te vas con la muerte, tu amiga, ella te llevará con quien es el “Señor del Amor”.

Beddy Gamboa Lugo