MEDITACIÓN.
Como de costumbre, un grupo de amigos se encontraba reunido en casa de uno de ellos, mientras tomaban una copa o un café, platicaban todo lo que había sucedido en el mes anterior, desde la última reunión, la plática giraba sobre asuntos políticos, filosóficos, deportes, religión o recuerdos de viejos amores. Roberto, un abogado de edad madura, algo gordo y medio calvo, comenzó a hablar de un romance de su juventud, que en su fondo tenía que ver con la plática del momento.
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Fue una noche tranquila de verano en que la conocí, era singularmente hermosa, su tez morena no se encontraba alterada por los maquillajes, sus largas pestañas enmarcaban deliciosamente sus grandes ojos negros, de estatura mediana y bien formada, su pelo negro, lacio, corto y brillante, peinado sin muchas complicaciones, y sobre todo, lo que más llamó mi atención ante tan natural belleza, fue su sonrisa cautivadora que se dibujaba en sus labios rojos y húmedos.
Recuerdo que en esa fiesta la conocí, había ido sin ganas, más bien por compromiso, prácticamente iba decidido a aburrirme un buen rato, pero al verla todo cambió, estaba sentada platicando con sus amigas, me dejó prendado, la estuve observando detenidamente hasta que me decidí sacarla a bailar. Nadie nos separó durante toda la noche, bailamos, comimos unos bocadillos y platicamos amenamente sobre cosas que parecen insustanciales a simple vista, pero que en realidad son de verdadera importancia, porque esas nimiedades son las que permiten conocer al interlocutor en forma somera, y posteriormente pueden dar lugar a una amistad firme y robusta o a un gran amor con el paso benévolo del tiempo.
Continué tratándola con cierta regularidad, como lo permitían las ocupaciones de ambos, percatándome así que poseía la virtud de escuchar con paciencia a quien le hablara, además de otros detalles tanto positivos como negativos.
Un día, un amigo mío –ustedes disculpen que no diga nombres, es la costumbre de la ética profesional- me dijo que ni siquiera me hiciera ilusiones –conociéndome como era de apasionado a la hora en que me enamoraba de una mujer- porque ya tenía novio, y como para consolarme me dijo que era una mujer que no me convenía, que era muy niña para mí y que ella se encontraba en un momento especial en que estaba indecisa con respecto a sus sentimientos y a lo que quería en realidad.
Sus palabras surtieron un especial efecto en mí, sentí que los celos me cegaban y de inmediato me puse en guardia para evitar que fuera a jugar con mis sentimientos, no alcanzaba a comprender varios aspectos de la psicología de la mujer en este sentido, y aquí generalicé pensando en las experiencias anteriores, no entendía por qué las mujeres nos coqueteaban con miradas dulces y palabras tiernas, en pocas palabras, como se dice vulgarmente, nos daban un jalón para que nosotros nos hiciéramos ilusiones de que ellas se enamoraban de nosotros, y caíamos en sus redes, las tratábamos suavemente, con galantería y caballerosidad, siendo menos toscos, y luego, con un gesto derrumbaban nuestros castillos de ilusiones. Sabía que todo eso lo hacían las mujeres, pero no comprendía por qué lo hacían, ahora, después de mucho reflexionarlo y platicarlo con amigas, me doy cuenta que es para sentir halagada su vanidad femenina, instintivamente, sin percatarse que con esa conducta pueden dañar gravemente al sujeto pasivo de sus actos, porque juegan con sus sentimientos, o pueden también causar que jueguen de igual manera con ellas, no cabía en mi mente que siendo el amor algo tan serio, los seres humanos jugaran con él como si se tratara de una partida de póker.
Hice un gran esfuerzo por controlarme y no explotar delante de este amigo, proseguí la plática cambiando la conversación hacia otros temas, disimulando la realidad de mis sentimientos.
Durante varios días dejé de hablar con ella, trataba de concentrarme un poco más que de ordinario en mis estudios y en mi trabajo para no pensar más en ella, pero en mis momentos de ocio volvía a analizar la duda que me atormentaba, así llegué primeramente a la conclusión de que era un chisme de mi amigo, quien no deseaba que fuéramos novios, y decidí seguirle el juego a esta niña, como si nada hubiera pasado, pero sin dejarle ver la realidad de mis sentimientos, hasta no saber con cierta certeza lo que ella sentía por mí, ya que tenía el presentimiento de que entre los dos podría haber algo más que una buena amistad, todo eso lo deducía de sus miradas cuando me escuchaba, de sus palabras cuando me hablaba.
Cuando la volví a ver, me dijo que tenía novio, pero en la forma en que me lo dijo y me habló de él, a mi criterio que no dejó lugar a dudas de que todo lo que me decía era una falacia, ratificando que mi amigo se encontraba en un error al respecto, aún cuando no actuó de mala fe, y que mi corazonada tenía un fundamento, aunque no pudiera volverse realidad de momento, ya que efectivamente se encontraba indecisa, no sabía cual camino tomar, también en la escuela tenía problemas, ya que en pleno período de exámenes no quería estudiar porque ya estaba cansada, aburrida, y la sermoneaba duramente para que rectificara su conducta, para que aprovechara sus estudios, dada su inteligencia, sin importarme ya que llegara o no a enamorarse de mí.
Nadie me lo dijo, pero me di cuenta del problema en que se encontraba, esa crisis que precede a los primeros síntomas de la madurez dentro del principio de la juventud, y si había algo que en realidad me exasperaba era la superficialidad con que veía las cosas y sus caprichos de niña inmadura, porque no leía libros de provecho, en ocasiones los dejaba a la mitad porque le aburrían al no encontrarles sentido.
Un día en que me hallaba desesperado al no saber como ayudarla a salir de la crisis en que se encontraba, decidí enviarle una carta, que si mal no recuerdo más o menos decía así:
Querida…
Hace tiempo que me pediste que te escribiera algo, y hoy, accedo a tu deseo, sólo te pido me disculpes si soy muy duro al hacerlo en esta forma, pero es por el amor que te tengo que lo hago, es por tu propio bien que te escribo hoy, si no quieres escuchar mis consejos, rompe la presente de una buena vez, si quieres encontrarle el significado a mis palabras, léela con detenimiento, que espero te sirva de algo.
Incertidumbre que te aterra y que te agobia, que no te permite actuar, ni tomar una decisión cualquiera que sea.
Por ella pasas las noches en vela o duermes con sueño intranquilo, al no saber quién eres, ni el camino que has de tomar ante una encrucijada.
Caminas titubeando sin rumbo fijo, quieres y no obtienes, ves las cosas con cierta trascendencia pero no te detienes ante ellas para verlas detenidamente, y ante un problema de poca gravedad te das por vencida sin habértele enfrentado antes.
Confusión caótica en tu alma, que te ha hecho derramar lágrimas amargas de impotencia y de rabia inservible.
Prefieres dejar como está y hacerlo a un lado, y olvidarte de todo y tratas de empezar una vida nueva dejando atrás obras inconclusas o mal hechas.
Ya una vez dije maldita incertidumbre, y la maldije mil veces porque no me dejaba tranquilo un instante, y a cada momento, de ella renegaba, pero no le daba solución. Hoy pequeñita, en que te escribo estas líneas, la bendigo porque me ayudó a encontrarme a mí mismo y a saber el camino correcto para cumplir mi destino.
No la rehuyas, ni te des por vencida anticipadamente, hazle frente con coraje y con valor, porque lo que hoy te aqueja es por la simpleza con que has tomado tu vida, porque todo lo has visto superficialmente.
La reflexión y la meditación son la mejor medicina para tu problema. Reflexiona sobre todo lo que veas u oigas, profundiza en las tinieblas de la naturaleza y busca las causas últimas de todo. Medita en las profundidades ignotas de tu ser, de dónde vienes y a dónde vas, qué eres y quién eres, pero no te obsesiones por encontrar una respuesta pronta, porque te cegarás y en las pequeñeces no verás la respuesta que tanto anhelas.
Abre los ojos de tu alma a la realidad visible e invisible y no desprecies nada de lo que veas, por más irrelevante que sea.
Así, en base a reflexionar cada palabra que leas, oigas o digas y de profundizar en el significado de cada cosa, podrás encontrarte a ti misma.
Si te encuentras a ti misma y has solucionado todos los problemas que se te hayan presentado, por más dolorosos que sean, aprenderás a valorarte, y al ser consciente de lo que vales, sabrás quién eres y qué quieres, comprenderás el alcance infinito de tus posibilidades y alcanzarás lo que quieres.
Así acabarás con esa loca incertidumbre, indecisión fatídica que te hará madurar con golpes duros de martillo en la fragua de tu vida. Aprenderás a amar sin límites, porque te amas a ti misma desde el momento en que sabes lo que eres, amarás a Dios sobre todas las cosas con todo tu ser y con toda tu alma, amarás a tus padres, tus hermanos e hijos, amigos y enemigos.
Y podrás profundizar en los misterios de la vida de tus semejantes y los ayudarás con una mirada de tus lindos ojos, con una sonrisa sincera y sin dolor, con una palabra de apoyo.
Amarás y serás amada, y en el ejercicio amoroso de tu libertad encontrarás la felicidad, ya no te sentirás sola y agobiada por las penas de la vida, encontrarás la perfección humana.
Vive, vive segura de ti misma, sin el temor de errar el camino, porque conocerás el gran secreto de Dios, el gran don que Él dejó en nuestro ser. El Amor Trascendente.
Ya no llorarás, ni estarás indecisa, porque con la meditación has conocido lo incognoscible para el hombre superficial, y verás claramente que tu misión es el amor sin límite, de total entrega, que llevará a los que te rodean al seno de Nuestro Buen Señor.
Has las cosas sin esperar nada a cambio, ni una sonrisa siquiera, al contrario, entrégate aún cuando recibas golpes e injurias cimentadas en la iniquidad e ingratitud humanas.
Seca tus lágrimas y actúa desde hoy, desde las cosas que parecen más sencillas hasta aquellas que asemejan no tener una solución.
Y sobretodo pequeñita, no actúes sola, pide siempre el auxilio Divino del Redentor, así te será más fácil encontrar lo que por tanto tiempo has buscado.
Que la paz y el Amor de Nuestro Buen Señor estén siempre contigo.
Te ama:
Roberto.
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Ya lo demás no viene al caso, ella con el paso del tiempo cambió en una forma tal, que al comparar a la chiquilla que había conocido con la actual, es totalmente irreconocible, encontró el valor de todas las cosas y sus significados, encontró lo más importante para el hombre, que es el amor.
Phillip H. Brubeck G.