Ensayo: El flujo de las ideas

Flujo de las ideas

EL FLUJO DE LAS IDEAS.

Flujo de las ideas

Siempre hay algo de qué escribir.

Hace tres días me escribiste:

“Entiendo lo frustrante que es que no fluyan las ideas, pero creo que es buena idea relajarse y dejar que vayan saliendo poco a poco.”

“Admiro mucho cómo tienes imaginación para escribir tan seguido de tantas cosas, y sé que no vas a batallar.”

Durante muchos años hemos compartido el principio de reflexionar sobre todas las cosas, sus causas de origen y de objeto, su materia y esencia. Nos quedamos acostumbrados a este método de pensamiento filosófico, científico para desentrañar la verdad del universo. De esta manera cualquier palabra nos puede llevar a la reflexión de algo en específico, dando pábulo a un nuevo escrito, pues para mí esta es la mejor forma de expresión.

Al dividirlos por motivos de este breve análisis, entendido como la “distinción y separación de las partes de algo para conocer su composición”, en mi caso particular hay tres tipos de escritos.

En primer lugar están los de compromiso, se compone principalmente de artículos para revistas y periódicos, impresos o electrónicos. Voluntariamente me obligo a entregar uno cada determinado tiempo, con un enfoque adecuado al medio que lo va a publicar, así que tengo que pensar el tema si es de interés permanente, o coyuntural, o con motivo de una fecha.

Otro grupo es el epistolar. Las cartas a quienes amo para festejar fechas, o para comunicarles lo que siento puede serles de utilidad en alguna circunstancia específica. Pero también a los amigos para dar respuesta a preguntas, o ahondar en comentarios (como es este caso en específico), o para darles palabras de ánimo en sus vicisitudes.

En el tercer grupo están los estrictamente personales, por un lado la producción literaria donde entran las narraciones y prosa poética, esporádicamente la poesía; por el otro el ensayo de tipo filosófico o de alguna ciencia humanística. Estos son espontáneos para echar afuera todo lo que traigo dentro de mí.

Los escritos se entrecruzan unos con otros, se meten zancadillas para obtener la prioridad al momento de escribirlos, que casi siempre terminan en el orden en que los mencioné.

De esta manera se activa la imaginación, entendida como la acción del pensamiento para crear algo nuevo, pues siempre es necesario encontrar el punto de vista adecuado al tema y el estilo, lo que le va a dar la originalidad y eficacia. Así dejamos que el impulso vital trabaje para estructurar lo que se va a escribir, a efecto de que cuando contenido y forma están maduros en el cerebro, fluyen con rapidez hasta la pantalla de la computadora.

Pero resulta que muchas veces las ideas no están maduras, especialmente cuando alguna circunstancia obliga a escribir. Esto provoca la trabazón de las palabras, se niegan a salir, viene la angustia y el bloqueo psicológico. Para estos casos tienes razón, es necesario “relajarse y dejar que vayan saliendo poco a poco”, es decir, hay que dejar que las ideas lleguen a su estado de maduración. Aunque también, luego resulta que con la experiencia del oficio, la disciplina nos lleva a forzarlas y terminamos escribiendo, aunque la calidad no es la óptima.

En síntesis, siempre hay algo de qué escribir.

Phillip H. Brubeck G.

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