El Soborno
Hace muchos años, vio Dios que la maldad de los hombres en la tierra, en su mayoría era abundante y los designios de los pensamientos del corazón del hombre eran continuos cada día. Dios se arrepintió de la creación del hombre, tanto así que le dolió mucho en su corazón y pensó en barrer de la faz de la tierra a los hombres y animales que había creado, pero un tal Noé con su honestidad conquistó los ojos y el corazón de Dios, por lo que le ordenó la construcción de un arca de madera con sus aposentos y calafateada con brea por dentro y por fuera y algunas ventanas y ventilaciones en la parte alta de la misma.
Por un lapso de 40 años Noé trabajó en la construcción de esta embarcación gigante, una vez terminado el trabajo por orden de Dios, Noé y sus familiares entraron al arca incluyendo también un par de animales de cada especie, es decir, un macho y una hembra, ya que en los próximos días comenzaría a llover con intensidad hasta generar el diluvio.
Entraron al arca, por parejas cada especie de animales. Noé designó al mono para que controlara en la puerta la entrada de los mismos sin que aparecieran tres o más por especie e impedir también la entrada de algunos de los cuales no les estaría permitido viajar en el arca, entre ellos los comejenes. Unos minutos antes de que al final llegaran, el morrocoy y la morrocoya, apareció un par de comejenes la hembra y el macho de estos inclementes insectos isópteros, al momento de intentar entrar, el mono saltando sobre la puerta les dijo:
– Alto, no pueden entrar, ustedes no merecen tener una nueva vida después del diluvio.
Pero como por la plata baila el mono, el comején le respondió:
– Déjanos entrar y yo te doy una mano de cambur muy nutritiva y rica en carbohidratos.
– Hagamos algo, trae dos, con una dejaré entrar solo a la comejena y con la otra guardaré el secreto –solicitó el mono.
El comején fue y gestionó apoyo para traer la mano de cambur con la ayuda de muchos comejenes y al fin entró la comejena como se había acordado, pero como en la puerta gigante de entrada al arca no se les solicitó pruebas de embarazo a las hembras animales, la comejena entró embarazada al arca.
Moraleja:
Todo sigue igual que antes y nada ha cambiado desde que comenzaron nuestras generaciones, por la plata sigue bailando el mono y seguirá haciéndolo por los siglos de los siglos.
Willian García Molina.