A MANOLO OYONARTE, PINTOR
Y mundea la línea
por los escaparates
sin que tu mano artista se detenga
en el silencio.
Tus colores son tan profundos
como lo inexplorado
por los filósofos.
Merecen rostros que pregunten
inquisidores.
Y que las texturas griten
como soldados patriotas
antes de la batalla.
Es la sinceridad
que lucha por salir de los extremos
de tus telas, de cada lienzo.
Bella sinceridad
fermentada después
de tantos años de paciente
labor de misticismo.
Bien lo sabes, hermano,
a veces el silencio
es puerta abierta
a todo sentimiento de culpa
y el flujo de la sangre
dice de los momentos de los ánimos.
Y sabes que la vida está llena de pespuntes,
de hilvanes con voz y compromiso,
cuyas redes tejemos
por dar forma a la huella
que esperamos dejar para el futuro.
Me enorgullezco
de abrir mi piel a diario,
porque los sinapismos de tus obras,
esos que te hacen único,
me enseñan lo inocentes
que son las imágenes, las palabras.
Mundear es volver a la Pangea
perdida de los tiempos remotos,
reunir las épocas
en un único ego,
donde todos resucitemos
en el mismo lenguaje,
tu impronta,
tu alegría incesante de vivir,
la que siempre transmites
ante cualquier obstáculo.
Ahora, hoy te vas,
nos dejas tus recuerdos,
tus enseñanzas, tu huella,
pero nunca serás ausente,
-ningún amigo nunca está ausente-,
la luz que nos dejaste
alumbrará los proyectos,
las ideas, los temas.
Y la Sonrisa.
Fernando Fiestas
