AIRE PURO.
La ultima bocanada
de aire impuro
llegó a sus pulmones,
presagiando el silencio.
Las pequeñas raíces
que carcomían sus pies
brotaron aliviadas,
sonriendo al universo.
Las espinas de sus manos
que sangraban maltrechas
transmutaron en estrellas
de infinitos colores.
Los hedores de sangre seca
que asfixiaban su cuerpo
flotaron en el aire
con aroma a madreselva.
El estruendo de los gemidos
que resonaba en sus oídos
se transformó suavemente
en la melodía del cosmos.
La ceguera de sus ojos
por tanto mirar la nada
se convirtió en arco iris
de colores inusitados.
La pesadez de su espíritu
atosigado de penas
se torno en aérea levedad
huyendo hacia el infinito.
Antonia Russo.