Desolada y encarnada.
Desolada y encarnada
a la figura noctívaga del ayer,
transita la página rasgueada y
su trazo evoca la sonrisa inadvertida.
La mejilla escarlata solloza y canta,
grita y enmudece a la luz de la entelequia.
La pupila se aferra a traer el ayer
y la libertad mutilada.
Prevalece la zozobra en el presente
mis manos y mi cuerpo encadenados
agonizan en tu mazmorra:
tálamo del desencanto.
Impaciente y hollada
desligo el grillete que cegó mis días
para abrir la puerta y redimir mi mundo
de tu mundo sombrío.
Desolada y encarnada
al dolor que penetra a mis ojos
y a la mentira de tu amor, ansío
alejar el yerro que nutre el yermo
de tu aliento y perder el camino
que me llevó a ti.
Lucero Mercado.
Del libro La danza de los elfos.