DESPUÉS DE TODO AHORA NOS PARECE DISTINTA.
Como el hombre asomado
a su propia distancia,
como el hombre que espera,
rueda sobre la imagen de la desolación,
sobre la anatomía del eclipse.
Delante de nosotros la mañana sucumbe
detrás de los pantanos. El frío roza el aire.
En el dorso del agua se estremecen
las hojas de los chopos, se esconde la ceniza
de los amaneceres,
el humo de las voces en los alrededores
de una llama culpable.
Más allá de sí misma,
donde crecen las nubes hacia dentro,
una sombra azulada nos conduce hasta el límite
de su perplejidad,
de su desesperanza.
Respiramos a tientas, compartimos
el perfil de la usura.
Quizá, después de todo, nos salve la belleza.
Ana Garrido Padilla.