PRIMER ENCUENTRO PARA SIEMPRE
Ya ha pasado mucho tiempo
y todo sigue igual:
sigo amándote como aquella tarde
con sus hojas de cobre
cubriendo el suelo,
acaso era noviembre, ahora amarillo
como un papel guardado en mi memoria.
Llevabas tu esclavina gris,
la del limpio contraste de tu efigie
con el aire delgado
que se iba haciendo oscuro;
sigo amándote pese a la voz vieja
que repite palabras similares:
escucha, calla, dime, no me dejes,
qué sol más grande, no te vayas.
Con los años tu mirada ha crecido,
me trasciende profundamente,
en tus pupilas llevas los paisajes
que nunca pintaré,
los árboles que no tendré,
el agua que repite más agua
con mística osadía.
Siguen igual las tardes y los bosques,
mi memoria es un libro
que tu mano escribió
sobre mi mano, como si tu azul
me dictara los cielos.
No me digas, escucha, no me dejes,
amor, amor, no calles,
tus verbos favoritos, tus pronombres:
llevabas tu esclavina gris
entre las esculturas grises,
acaso la señal de los augurios
para que aquel instante no termine nunca.
Aquella tarde fría de noviembre
y aquellas nubes largas con forma de versículos.
Fernando Fiestas