¡No hable usted del Cristo, madre!
I
¡No hable usted del Cristo, madre!
¡No hable usted del Cristo!
Que quiero esta noche al baile
ir estrenando un vestido.
¡No hable usted del Cristo madre!
¡No hable usted del Cristo!
Y llevar sobre mi talle
refajo estrecho y corpiño.
¡No hable usted del Cristo, madre!
¡No hable usted del Cristo!
Quiero en los brazos dejarme
de un hombre que en el oído
siembre mentiras despacio
mientras me mira y le miro.
¡No hable usted del Cristo, madre!
¡No hable usted del Cristo!
– ¡Niña! por la calle viene
de la Arena un gran gentío.
– Madre ¿por qué no se calla?
¡No ve que no quiero oírlo!
¡No ve que quiero ir al baile
de holanda leve y armiño!
¡No hable usted del Cristo, madre!
¡No hable usted del Cristo!
II
Ya no puedo al baile irme,
Madre, porque ya lo he visto.
Por eso yo no quería
que me hablara usted del Cristo.
Lo bajan, madre, colgado
de una cruz muy mal herido,
lleva los pies y las manos
taladradas de suplicio.
Madre, si yo no quería
que usted me hablara del Cristo.
¡Deprisa, madre, deprisa!
rasgue en tiras mi corpiño
y mi camisa de holanda
y el refajo y el vestido
que va echando mucha sangre
por las heridas el Cristo.
¡Madre, que se me desangra!
¡Que tapar no puedo el río
de dolor que se derrama
por su costado! Ha teñido
el barandal mis manos
y, estando tan malherido,
Cristo, madre, me ha mirado
y al mirar me ha sonreído.
¡Que no voy al baile, madre!
¡No quiero dejar a Cristo
que se me quede de sangre,
por ir al baile, vacío!
Madre, ¡Que no voy al baile!
Dame sábanas de hilo
del ajuar que me compraste,
que el hombre cuya mirada
iba buscando ha venido
de amor hasta mí sangrando
para llevarme consigo.
Madre, ¡Que no voy al baile!
¡Que me hago esposa… del Cristo!
Poema surgido con la coincidencia en la toma de hábitos de una joven amiga y la fecha de nuestro Santo Patrón.
Juan José Alcolea Jiménez