JESÚS, TE AMO.
Cuantas veces este himno
por día, por minuto, por segundo
como la oración de un mendigo
sale de nuestra fecunda boca.
Lejos de las melodías auténticas
que tararea Midian
enemigo leal que no reflexiona
y no oculta su fe.
Pero los creyentes incrédulos
llevan la ridícula máscara
para el escenario y la Última Cena,
¡Volcanes con el encanto de las llanuras!
¡Qué hermoso es el Niño Jesús!
Él llena nuestros platos de hígado
y el pan multiplicado nos convence
y completa nuestra fe.
En cada esquina de la calle
nos vanagloriamos varias veces
judíos, paganos y romanos
salpicando el lecho de la ley.
Y cuando inesperadamente
Judas se nos presenta
abriendo la puerta de Getsemaní, el Monte de los Olivos,
«Señor, te amo … pero creo
He de reflexionar aun
así que adelante, nos encontramos al frente
no estoy listo como antes
¡Ni siquiera me he lavado los pies! «
¡Qué guapo el Jesús del Pesebre
mientras asusta el de la Cruz!
Es pues muy fácil apartarse de él.
Como si estuviéramos equivocados”.
Muy dulce es el pan milagroso
pero duro para nuestros tabernáculos
darle la bienvenida a la copa del sacrificio
con el sabor de la dulce tortura.
Paul Atangana Atangana.