LA PUERTA CERRADA
Desde la puerta que da paso
a mis sueños,
una creciente y válida juventud
batiéndome en el pecho,
declara, asiduamente, tu nombre
con el paso de las noches
para despejar la incertidumbre
de este impulsivo amor
que fue antes que nosotros.
Perdóname si voy colgado a la esperanza
como cada mañana
para ver como el sol callejea en cada esquina,
para buscar cobijo a una astilla de nostalgia
descalza de caminos.
Perdóname por esta extraña claridad,
por los paisajes que antes no existieron,
por este afán maduro de recuerdos
que brota de mis labios.
He vuelto a caminar solo, invadiendo palabras,
para que tú me hablaras
de todo lo que sientes delante de aquella puerta
casi siempre cerrada.
José Manuel F. Febles.
España.