LA RAZA.
Existe una raza superior
con más aptitudes
y una inteligencia mayor.
Una raza más bella
con los mejores colores,
los ojos más lindos
la más sana piel.
Una raza mejor
exitosa y eficiente.
Existe una raza superior
y nosotros
pertenecemos a ella.
Porque la raza humana es una sola
una misma especie,
un único racimo genético
ciertamente emparentado
con los monos y los chanchos.
Pobres, despreciables imbéciles
los que en la diferencia y el color
ven absurdas categorías
en lugar de la gracia sutil
de la diversidad y el color.
El hombre es uno solo
al igual que todos los dioses
creados a semejanza de sí mismo.
La raza humana es una sola
quien esté contra uno solo de nosotros
lo hace contra todos.
No hay etnia
definitivamente roja.
No hay gente de color
o en blanco y negro.
Hay una sola piel
y solo basta con mezclarla.
Una sola sangre
que siempre se ha mezclado.
El ser humano es uno solo
con su variedad de tonos
que van, del negro al blanco
del blanco al negro,
en amarillo, viejos verdes
y hasta, ciertos matices del rosa
en ciudades muy sofisticadas.
Sangre azul, tonta alcurnia,
ridículas dinastías, estúpidas noblezas
grotescas vestimentas
trapos y uniformes coloridos
disfraces,…
Infeliz distinción del nulo, del mediocre
incapaz de distinguirse.
Y en este generoso territorio
de Argentina
donde se mezcla y miscigena
la prosapia de todos
los burdeles del planeta;
cuando no les alcanza
el apellido, el status social,
o la apariencia de clase,
nuestros descerebrados
pichones de nazis vergonzantes
harán alusiones despectivas
y calificarán a sus iguales,
para sentirse distintos o importantes
de negros, cabecitas o villeros.
Avelino.
Del libro “Juguemos a la vida”.