LA SIRENA DEL BARCO.
Pasan los barcos, su columna de humo se fuga al horizonte. El río desborda sus márgenes y baña la piel de mujeres, que a su vez desbordan la estrecha línea de mi sueño.
Desnuda, la arena y sus blancas vértebras, se pierden bajo las estrellas y el cuarto menguante de la luna vieja.
Agua dormida,
cuántas historias guardas
bajo la lluvia.
El caserío va en sentido contrario, la luz de sus ventanas saluda la sirena del viejo trashumante. Pasa un año, otro y otro más… puntual surca el silencio con su carga de historias que escapan a cubierta, borrachas y sonámbulas.
La luna llena
baila con las sirenas
entre las olas.
Un libro viejo, registra las botellas de vino consumidas a la luz de las velas, por las sedientas bocas, que en un viaje sin tiempo besaron otras bocas mientras el río y el barco también se amaban.
En el ocaso
la sirena del barco
gime nostálgica.
Everardo Antonio Torres González.