Lágrimas que caen.
Lavo mis mejillas
con las salobres lágrimas
que bajan en torbellino
burlando el vello facial
que define el final,
de mi barbado rostro.
El recuerdo de tus labios,
y el placer de besarlos
sacuden mi pensamiento,
mientras la luz se me nubla
en la mirada centinela
que sólo ve grises
en las representaciones mentales
que martillan mi cerebro,
de dónde no puedo sacar,
tus juramentos de amor
y los gorjeos de placeres
saliendo de tu garganta
en las madrugadas infieles,
de placeres innumerables.
Mientras mis ojos, campechanos y amielados
siguen destilando lágrimas
que empapan a chorros,
mi pecho.
Pablo Quintero Rodríguez.