Madre
Madre
Dime cómo era tu mundo,
cuál era su olor y cuáles sus colores.
Llévame de la mano y abre la ventana
para ver el cielo que tú viste
y sentir el viento de tus primeros años.
Cuéntame del sonido de tu risa
y de dónde vienen tus lágrimas,
qué fue lo que amaste y luego perdiste.
¿Qué canciones cantabas
y qué sones te movían?
¿Dónde quedaron tus huellas
y qué polvo arropó tus sueños?
Abre el cajón de la cómoda vieja,
muéstrame tus tesoros sencillos
y relátame, otra vez, sus historias.
Deja que yo te entienda
a través de aquellos objetos
que me maravillaban cuando era niña,
esos que guardan el tacto
de manos que ya se han ido.
Madre
Ahora que estoy sentada
a tu lado y no en tu regazo,
quiero escucharte
¿Hubo algún secreto
que tuviste que guardar
para sostener una hija en brazos?
¿Uno que lloraste a solas, incomprendida?
¿Alguna vez te mordió una duda?
¿Alguna vez te diste por vencida?
Acaso un día quisiste irte y te quedaste,
y mientras los demás anotábamos
con paciencia tus errores.
Ahora sé que no fue fácil,
el juicio de los otros está siempre
presto para señalar a una madre
y que eso es una roca sobre los hombros tristes
Pero hoy estoy aquí,
Buscando mirar a través de tus ojos,
respirando tus palabras y recuerdos,
significando en ellos los primeros pasos de mi propio camino.
Marcela Quiñones.
México.