Materia prima.
El silicón empapa     
heridas aletargadas
del corazón,
extiende su influencia  
a la tiroides atrofiada 
por hormonas sedientas
de sudor.
Ronda un aroma 
desagradable,
empírico 
para extraer 
sentimiento diluido 
en confusión;   
alimento
para el hambre empresarial 
perpetua,
lagos ilusos
fluyen,
hacia agujeros
donde larvas
envejecidas
al anochecer
buscan sonreír
pero no alcanza
el gesto,
tras un espejo
flemático.
Cada hombre,
materia prima
inigualable
de un ecosistema
que no se rinde
terminar en
el closet 
de un subhumano
que desaparece
sin saberlo.
Víctor Hugo González Fernández.
 
	
							


