ASTILLAS.
Había olor a tierra al abrir la ventana,
un reflejo de luz, pero ya no existía,
esa nostalgia presta a la pregunta.
La añoranza que habita por mi verso
tan llena de un naufragio de auroras extinguidas,
arranca de mi pecho este designio herido.
Cierro los ojos, niego la verdad de mis manos,
mi más desnuda angustia, que penetra
temblándome en la sangre
cuando no fuimos.
A veces pienso qué habrá dentro de mí.
Solo quiero que vuelvas a mis cauces
y que nunca desertes del envés de mi cielo.
José Manuel F. Febles.
Del libro “Vivir sin olvidar”.