Está la tarde ya rota.
Está la tarde ya rota
deshabitando el paisaje
mientras hilan los vencejos
con hebras finas el aire.
El alma de su misterio
sale a la puerta y se esparce
un qué se yo por los hondos
pasillos de los zaguanes.
Tienen la tarde y el alma
no sé que ocultos parajes
donde se adumbran sus besos
cuando la luz se deshace.
Todo se queda en suspenso
al atardecer. La imagen
de un silencio hecho textura
se posa en los barandales
donde se asoma la luna
con lentitud. Ya le abren
al sol los ángeles ciegos
los manantiales de sangre
y un vaivén de mariposas
tristes con su vuelo invaden
las últimas acuarelas
que pintó el alba al alzarse.
Los versos desde mi pluma,
a veces, al derramarse
escriben lo que le dictan
voces que no escucha nadie.
Voces que van en la noche
o en la mañana o que yacen
en las aristas del viento
o en el pretil de la tarde,
voces que buscan su adviento
para poder escucharse,
voces que piden un verbo…
que yo no puedo negarles.
Juan José Alcolea Jiménez.
Del libro: “En la sala de la espera”.
Primer Premio XVII Concurso de Poesía “Poeta Pastor Aycart”
Beinexama 2002
