UNA CANCIÓN DE ARRULLO
En las espigas se reflejan destellos de aurora, el rocío cintila y, apenas, se escucha un silbo de cenzontles.
Pasas los días en las márgenes del río, junto a la roca blanca que sombrea una isla de lirios…
Anuncia el alba
el silbido de un pájaro
lejano y triste.
El viento cuenta secretos a la milpa, junto al cercado se oculta un conejo, mimetizado entre las piedras, en tanto, insectos vuelan y se posan en las pequeñas flores rojas; sin prisa la mantis devora una blanca mariposa.
En la cadena
de montañas azules
flota una estrella.
Sumerges los pies en la corriente, pequeños peces mordisquean tus dedos; en la ventana se pierde el sol y se reflejan algunas ramas del manzano; entre los juncos se desata una danza de luciérnagas y las estrellas se muestran como gotas de luz en el ocaso.
Duermen los álamos
una canción de arrullo
vaga en el río.
Everardo Antonio Torres González.