FLOR DE OTOÑO
A Diana.
Flor de otoño, flor de noviembre, engalanas mi jardín con tu belleza, tu grácil figura donosa se levanta hacia el cielo, en la búsqueda de la perfección, con un constante ascenso junto con la luz que anhelas alcanzar.
Flor de otoño, flor de noviembre, tu perfume difunde el dulce aroma por toda la casa, nos hace respirar la alegría del corazón, la fuerza de la vida que fluye en el aire con el impulso de la juventud.
Dos dos, cifra mágica de los pares perfectos. Se unen para seguir avanzando con nuevos ímpetus creadores para integrar un veintidós que parece mucho y a la vez es poco, pues marca el inicio de una nueva etapa dentro de los ciclos de la vida con su constante devenir, de tal manera que cada día es distinto el ser cuando le agregas algo más de color en los pétalos abiertos, con las diversas tonalidades de los nuevos conocimientos que así quedan impresos para el deleite de todos los visitantes del jardín donde habitas.
Robusta flor de otoño
A veces hay vendavales que intentan doblegarte con su furia; la angustia de la tormenta pretende ahogarte envolviendo tu ser; la sequía de la soledad busca marchitar las hojas antes de tiempo. Te sientes agitada, maltrecha. Sin embargo tu naturaleza puede más, la raíz toma de la tierra mayores nutrientes, te afianza, te da fuerza para erguirte nuevamente, te renueva con el aire fresco que sopla cuando pasa el mal tiempo, dándote la fortaleza del alma.
Tu esencia habla en mil idiomas; lenguas unificadoras de los seres de unviersos maravillosos en dimensiones fantásticas, para dar armonía y belleza al mundo real, con palabras escritas en las hojas difundidas por la fresca brisa el otoño que te vio nacer, como un festejo constante de la vida.
Las vibraciones emiten las notas como una sabia vitalizadora, flor que canta al Creador, a la vida y el amor, comparte su emoción con todos, sin excepción. El alma se ensancha con las notas musicales de la palabra que brota junto con la miel y el perfume de su interior.
Flor de otoño, flor de noviembre. Siempre estás en mi corazón. Eres el retoño perenne que alegra mis días a pesar de la distancia, por eso pido al gran jardinero, te cuide con sus manos bondadosas, te proporcione los abonos que requieres, aleje de ti las malas yerbas, para que conserves la lozanía, el color y el perfume que a todos nos reconforta.
Phillip H. Brubeck G.