EL ESTILO DE LA LIBERTAD.
“No sé cómo empezar”. “No encuentro cómo escribirlo”. Son las afirmaciones típicas, como lugares comunes que escucho de muchas personas que tienen problemas para redactar un texto que exprese sus ideas tal y como lo desean, con su estilo, ya que en la mayoría de los casos quieren hacerlo con toda la corrección, de acuerdo con una metodología determinada.
El principio
Para ayudarlos, primero les pido me expliquen con sus palabras, lo que quieren poner por escrito. Al principio titubeantes, después apasionados, verbalmente expresan con claridad su idea, y les digo que así como lo dijeron lo pongan en el papel, y ya después le hagan las correcciones que consideren pertinentes.
Bien decía Azorín en El Artista y el Estilo, que en un idioma tan rico como el español, “las palabras se deben adaptar a las ideas”, para cada cosa tenemos un vocablo en específico, así como una gran cantidad de sinónimos. Además, agrega que es necesario poner una idea después de otra, sin mirar a los lados, para darle la mejor claridad a nuestro escrito.
Características del estilo
Por su parte, Martín Alonso en el Manual del Escritor, señala como características del buen estilo la sinceridad, la claridad, la precisión y la originalidad, mismas que se alcanzan cuando uno está convencido del tema a tratar, cuando lo conoce suficientemente para hablar de él, sabe lo que quiere decir, y lo hace a su manera, dejando fluir las ideas sin tropiezo alguno, quitando todas las trabas de las formas específicas y las cadenas de un perfeccionismo ajeno.
El estilo de un escritor, refleja plenamente su ser, como la huella dactilar. Es lo que permite darle vida independiente a cada uno de sus escritos, vivacidad del ritmo de las palabras, armonía en la estructura de la oración, exactitud en lo que se está expresando, para llevar al lector por el camino exacto que queremos siga y nos entienda con exactitud.
La libertad del estilo
Cuando se sienta uno frente al monitor en blanco de la computadora, o las cuartillas vírgenes, lo mejor es serenarse, concentrarse en la idea principal de lo que se quiere comunicar, y así, con las palabras propias de nuestro lenguaje cotidiano, dejarlo salir como sin nada. Como dirían The Beattles: “let it be”, déjalo ser, que no se acartone la idea por la estructura de la sintaxis tradicional. ¡Viva la libertad! Podemos jugar con los elementos de la oración para buscar dar el énfasis justo donde queremos, ya sea en el sujeto, el verbo o el complemento. ¡Viva la libertad! Dejemos a las ideas hablar por nosotros, ellas se encargarán de darnos la armonía y el ritmo del buen conocimiento que se transmite en tono apasionado y con el solo propósito de regalarlo por filantropía.
El estilo literario caracteriza la obra escrita, porque surge de lo más profundo del ser, por eso denota al mismo tiempo el ánimo con el cual se redacta, el espíritu que embarga en cada instante al autor, y así, por muy técnico que sea el documento que elaboremos, siempre reflejará sus pasiones, aunque no lo diga expresamente.
Pero también, a pesar de llevar un sello común, cada escrito lleva en sí sus peculiaridades, aspectos particulares que si buscamos quitárselos, se elimina la libertad que originalmente se gozaba, por lo que no es posible que esa idea se exprese como lo que es. Y si bien es cierto que puede tener pureza en la sintaxis, corrección en la gramática, precisión metodológica, pero será un escrito sin vida, destinado a perecer en cualquier instante.
Estilo platicadito
Justo con las mismas palabras con las que explicaría su idea a su mejor y más fiel auditorio, así es como debe escribir. Al platicar surgen las ideas al exterior, tal y como se piensan, al cabo que como se piensa se habla y como se habla se escribe. Cuando ya todo está en el papel, con este orden surgido de la mente, entonces sí, léalo una vez más, para verificar que no le falta nada y que realmente se puso todo lo que se quería decir. Si es así, el siguiente paso es revisar la forma, la gramática y la sintaxis, para que el contenido sea congruente con el contexto de su continente, corregir los defectos para que se tenga plena armonía de las palabras entre sí y el fondo del asunto tratado.
El buen estilo solamente se encuentra en la libertad de expresión, en todo el sentido de la palabra, no importan lo que se quiera transmitir, el objeto final que se busca alcanzar y el género literario más conveniente a utilizar.
Phillip H. Brubeck G.