EL ADJETIVO, ELEMENTO PRIMARIO DE LA DESCRIPCIÓN.
“El estilo descriptivo supone el color, el relieve, la imaginación, la imagen, la magia plástica de las palabras, la vida representativa y física: descripción, cuadro, observación, retratos, detalles”, indica Antoine Albalat en La formación del estilo. Por esta razón en la descripción literaria, el vehículo de la belleza sensible es el color, o dicho de una manera más directa, la luz y el color están reflejados en el adjetivo que nos trae los tamaños, las formas y otros valores de cultura. Los objetos se ofrecen a nuestros sentidos en pie y destacados como figuras en relieve.
El adjetivo pone el color a la palabra.
“Cuando queremos exponer una teoría (explica Martín Alonso en el Manual del escritor), formar un editorial periodístico, una obra didáctica o una crónica erudita, nos valemos del verbo, para dar a nuestra redacción un sentido de precisión expositiva, con iluminación interior y fuerza vital.”
“Las circunstancias de la forma narrativa o de un periodo enumerativo, se deben al vigor, sobriedad y rapidez con que empleamos los sustantivos. Para el uso del pincel literario de la descripción, nos hace falta matizar con talento y calidad de escritor y entrar de lleno en el juego o en la gimnasia plástica del adjetivo.”
“El adjetivo (del latín adiicere, «añadir») es lo que se añade al objeto, como el color al cuadro, para producir el efecto mágico de lo vistoso y anímico, de lo concreto y personificado. El adjetivo es como una sonrisa pintada que ilumina y califica un objeto de cerámica de Manises, un paisaje de playa o una panorámica de llanura norteña.”
No hay que sobreadjetivar.
Es conveniente siempre tener presente la norma de estilo proclamada por Azorín en El artista y el estilo: “Si un sustantivo necesita de un adjetivo, no le carguemos con dos. El emparejamiento de adjetivos indica esterilidad de pensamiento.”