El tiempo

El tiempo

A quienes piensan que
el tiempo existe de verdad;
que no es nuestro invento…

Me siento a esperar el paso del tiempo. Quiero detenerlo con mis temblorosas manos. Observo su intranquilidad. Deseo hablarle; mejor, dialogar con él. Me evade; lo comprendo. Insisto, voltea brevemente, posa su mirada fugaz en mí. Se ríe. Lo llamo, pero no, no logro acercarlo a mí… Veo como se aleja sin rumbo. Perdón, va al pasado y al futuro. No sé cómo lo hace. Quisiera saberlo.

Corro a encontrarlo en la siguiente calle de la vida, sí, allí lo conocí. Cuando era niño le dije que algún día lo alcanzaría. Entonces, el tiempo era lento; el rápido, era yo. Ahora las cosas se han invertido: él transcurre violentamente, vuela; mientras yo, marcho lentamente. Hoy tengo nuevamente la oportunidad. Sin embargo me siento inseguro. ¿No sé qué me pasa? ¿Por qué le temo a quien me ha acompañado durante todo mi respirar sobre la tierra? Con ese convencimiento voy a prisa por la senda de la existencia.

Siento que la gente me mira con curiosidad; pero me miran. Se fijan en mí, y eso es importante. Quizás se pregunten o se digan: ese va tan a prisa que parece querer detener el tiempo. ¡Mentira! ellos no saben quién soy; menos que… De todos modos es consolador, sí, que mi presencia genere preguntas, eso también es bueno. Hago una pausa. Debo estar cerca. Me detengo. Es aquí; pero… ¿por qué dudo?

Fue aquí donde lo esperé la última vez hace… años. Pero no es la misma calle. ¡¿Oh, dónde he estado?! ¿A quién le pregunto? No, dirán que estoy loco. ¡Cómo le puede pasar esto al mejor amigo del tiempo! Cuando niño contaba los pasos, inclusive cerraba los ojos y llegaba al sitio. A lo mejor si lo intento puedo saber si es la calle; aun cuando le hayan cambiado de nombre, tú sabes, política, sólo política. Sí, efectivamente, ésta es la calle; éste, el sitio. Aquí estoy, tiempo, soy yo; pero ¿por qué no tiene el mismo nombre? ¿Quién osó llamarlo así? Claro, sólo mi corazón tiene miedo a aceptar que hay cosas que no cambian.

Esperaré horas, días, esperaré… Siento que mi vida se me escapa, y el tiempo no llega. Por fin, siento un aire frío que recorre mi asustado cuerpo, y me susurra al oído.

—¡Me esperabas, amigo!

Volteo de súbito, como impresionado. Lo miro fijamente; mis ojos se estremecen, y dos extrañas gotas de alegría o de pena, no sé, se reflejan en mi pálido rostro.

—Soy yo, amigo tiempo. Viene a buscarte; hace un momento quise hablarte y no pude.

—¿Por qué, pequeño? ¿Acaso esperas detenerme?

—No, no, este… no. Sólo quiero hablarte.

—¿Hablarme?

—Sí, no te entiendo. ¿Por qué nunca te detienes lo suficiente para conocerlo y saber más de…?

—¡Cómo puede detenerse lo que no existe! Soy una invención del hombre que necesitó de mí, como de Dios. Así, justifica las horas que dedica a trabajar; los minutos, a amar; los segundos, a soñar…

—¿Y para vivir no existes?

—No necesita de mí para eso —me respondió con un dejo de tristeza en su mirada.

—¿Por qué?

—Porque no vive; se le olvidó lo más importante: ¡Vivir!

—¡¿Cómo?!

—Verás, me dijo – mientras colocaba su brazo sobre mi hombro y me invitaba a sentarme sobre la acera–. Todo es un invento. El hombre parece incapaz de ser él mismo. Ahora no puede controlarme, aun así se niega a aceptar que no existo. ¡Nunca lo aceptará!

—¡Un momento! —le interrumpí— lo de vivir es un hecho tan cierto que ya pasa desapercibido por el mundo. Pero sigo sin entender lo del invento. ¡No puede ser! Usted sólo quiere confundirme, evadirme…

—Confundirte, evadirte… —sonreía con picardía—. No, amigo, todos…

—¡Amigo!, cómo puedo ser amigo de alguien que dice no existir, pero existe porque entonces, ¿con quién estoy hablando?

—¡Contigo mismo, a lo mejor!

 —¡¿Cómo?!

—Escúchame… Todos tienen su tiempo y dicen ser su dueño; pero la verdad no sé quién es dueño de quién.

—¡Explícate mejor!

—Cuando el hombre decida qué es más importante, tal vez me mantenga en el silencio de quienes pasamos desapercibidos por innecesarios, o por ocupar el puesto que realmente merecemos.

—¡Continúa, por favor!

—Todos esperan algo de mí; soy presente, desaparezco ante ti, cada vez que hablas; soy pasado; el futuro es incierto. Sin contar con los innumerables calificativos que me han dado los hombres sabios; sólo por una cosa.

—¡¿Cuál?!

—¡Controlarme!

—Yo…

—Anhelas alcanzarme, pero sólo podrás tenerme mientras sueñes y creas que ese invento dejará de existir. Pero sobre todo, cuando descubras qué sentido tiene tu vida y qué papel juego dentro de ella.

—¿Cómo puede dejar de existir algo que no existe?, según dices; pero que…

—Soy de pocas palabras porque el hombre se ha encargado de hacerme inútil, o casi inútil, para lo realmente importante. Pronto ya no estaré. Me buscarás con ansiedad, pero sólo podrás andar tras mi existencia; sólo eso. No podrás esperar más.

—Pero ¿cómo? ¿Por qué?

—Porque estoy dentro de ti; por eso.

—¿Cómo es eso de que estás dentro de mí? Si eso es así; entonces, yo formo parte de ti; y tú, de mí; es decir, somos uno, ¿acaso?

—A esa conclusión llegué yo cuando…

— Pero… por qué te vas, aún no hemos hablado lo suficiente…

—Pero, sí, de lo necesario.

—Quiero que sepas quien soy, por qué te busco, y…

—¡Tranquilo!, sé quién eres, y qué buscas.

—¡¿Qué?!

—Es más, te felicito. ¡Ojalá los hombres y mujeres se preocuparan como tú: por mí! Este mundo que nunca dejará de ser maravilloso, brillaría para siempre, y, sobre todo, logrará lo más importante: la felicidad… ¡Hasta siempre, amigo!

Tulio Aníbal Rojas.

You may also like this

15 mayo 2024

Libertad en riesgo

<!-- wp:heading --> <h2 class="wp-block-heading">LIBERTAD EN RIESGO.</h2> <!-- /wp:heading --> <!-- wp:paragraph

admin
21 marzo 2024

La influencia del arte y la cultura en la política actual.

<!-- wp:heading --> <h2 class="wp-block-heading">LA INFLUENCIA DEL ARTE Y LA CULTURA EN LA POLÍTICA ACTUAL</h2> <!-- /

admin
06 enero 2024

La permanencia en el error

<!-- wp:heading --> <h2 class="wp-block-heading">LA PERMANENCIA EN EL ERROR.</h2> <!-- /wp:heading --> <!-- wp:p

admin

Leave Comment