Llego a mis 90. El inicio de la recta final…
¿Qué obtendré?…¿bronce? ¿plata? ¿oro?, o posiblemente tan solo una sombra.
Haciendo una retrospectiva de mi vida, encuentro mis múltiples errores y otros tantos aciertos: amor, rechazo, compasión, indiferencia, alegrías, penas, sueños, realidades; algunas veces dulces y otras amargas. Todas ellas son parte de la vida y no hay razón de queja.
Ahora me pregunto…
“¿He hecho en la vida lo que Dios me pidió que hiciera, o me está dando tiempo para cumplir y justificar mi presencia en este mundo?”
De niña, influenciada por cuentos y novelas de aventuras, soñé con viajes a tierras lejanas, ocultas en la inmensidad del planeta; descubrir viejas y nuevas civilizaciones, dar a conocer sus secretos.
Hoy el mundo se ha hecho pequeño. No hay rincón desconocido. Los viajes a la Luna o Marte que entonces eran ficción, ahora son posibles; y gracias a la tecnología la comunicación intercontinental es cosa cotidiana.
Sin embargo, pienso que mis sueños infantiles se han realizado, pues he tenido la oportunidad y el placer de viajar a diversos lugares lejanos del hábitat donde crecí, lo que cumple mis fantasías infantiles de descubrir lugares ignotos, ya que cada sitio que visito es diferente y desconocido para mí. Cada región con sus costumbres propias y diferentes entre sí, que en ocasiones me asombran y maravillan por su diversidad.
Siempre tuve el deseo de ser madre y pensaba en tener tres o cuatro hijos; y si no contraía matrimonio, por lo menos tendría un hijo. Ahora tengo una hija, tres hijos; cada uno con su respectivo cónyuge, diez nietos y tres bisnietos.
Me agrada pintar, y aunque nunca estudié; ahora lo hago porque me han permitido hacerlo en un lugar donde primero conocí compañeros de trabajo, y hoy son mis grandes amigos.
Siempre admiré a los grandes artistas, y hoy me siento afortunada porque he podido contemplar los originales de algunas de sus obras.
Hablo poco, pero me complace escribir lo que pienso; de esta manera hablo conmigo misma y puedo decirlo todo sin censura.
Haciendo así un recuento de mi vida, creo que he cristalizado mis sueños de niña, aunque al cumplir mis 90 años, aún me pregunto si he hecho lo que Dios quería que hiciera.
Beddy Gamboa Lugo.
Junio de 2017