Dos de la mañana

Dos de la Mañana

—Casi son las dos de la mañana, así no puedo dormir, así le grita mi padre a mi madre. ¡No manches! Mi mamá piensa que no siento las olas de sus emociones cuando está viendo algo que le llama película de terror, soy pequeña para comprender esas luces que se mueven alocadamente, pero entiendo que no son nada agradables por los gritos que se escuchan en el objeto ese, que cara pone ella, como cambia de temperatura, las “ondas” que salen de esa caja se aceleran, crecen y bajan me cansa verlas, no sé qué es ese líquido rojo que está en la cosa brillante y la gente rara que se mueve y cae y ya no se levanta, parece que eso es normal en ese juego.

—Una vez mi padre le dijo a ella que no viera eso que me afectaba, pero mi madre con el descaro de siempre, dijo furiosa “Vete mucho a la…” No entiendo muy bien eso. Y continúo hablando en otro tono; “ella es solo un feto no entiende lo que pasa en la tele, además es mi gusto y eso nadie me lo quita”.

—En los últimos meses sentía todas las emociones que se colaban por el cordón umbilical, así le dicen los adultos por donde como y bebo, y día a día me alimentaba con eso. La verdad no entiendo a mi ma’, dice que me protege del “ambiente hostil”, pero se le olvida lo “básico” … Mi madre piensa que no me doy cuenta como trata a mi papito lindo, de sus mentiras y “chantajes enfermos”, y como mi apá’ se tiene que tragar su enojo, y quedarse callado para no explotar enfrente de mí, esa irritación también se acumula y la siento, aunque no lo crean.

Quiero creer que eso es lo que me provoca no dormir, con ese “trauma” me voy volviendo más ellos, las “imágenes” salen del objeto, para mi cerebrito son reales, no son las “figuras cordiales” de princesas y príncipes, de los cuentos que lee mi padre muy cerca de la panza de mamá. ni son el recreo de los niños que saltan sobre sus padres, o las “mascotas parlantes” que en equipo rescatan a otros animales o mejor los niños exploradores que hablan en algo llamado “inglés” y en español, eso hubiera querido, pero… Quedo marcada con otras luces. “Traumas y miedos” que cuando tenga cinco van a salir.

“Espera niña ¿Porque te mueves tanto? ¿Acaso quieres salir?”

— Eso lo dice casi dormida ¿no puedo escapar de eso, a dónde voy? ¿Así, cómo se puede descansar?

Continúan proyectándose las imágenes no hay respiro, la sangre sigue fluyendo, parece real. Diez minutos más y por fin ella cae, el apagón desactiva las cámaras de seguridad conectadas al televisor, que no tardan en apagarse.

— Ya sé, voy a cambiar de “posición» ¿no se si ella seguirá dormida?

Víctor Hugo González Fernández.
Cuentos del autoexilio.

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