Reflexión: El tiempo no espera

Año nuevo

EL TIEMPO NO ESPERA

Año nuevo

“Mi gong suena para decir al pueblo que el tiempo no espera a nadie, sino que está caminando siempre.” (Rabrindanath Tagore: El cartero del rey).

Se acabó un calendario más, con este ya he cambiado cincuenta y nueve. En la noche de San Silvestre concluyó un ciclo más. Con la última campanada empezó a correr el primero de los 525,600 minutos del nuevo año.

Han transcurrido diez días después de la noche más larga del año, indicativa del inicio del invierno. Los días de manera imperceptible se empiezan a alargar, aunque todavía no llegamos a los fríos de mayor intensidad.

Al inicio de cada año, junto con los festejos, fuegos artificiales, banquetes y bebidas, en medio de ese bullicio, siempre hay en la gente común nuevas esperanzas, buenos deseos para el año entrante, se espera la mejoría en todos los aspectos, la salud, lo económico, lo político. Tal parece que el hombre es un ser que vive de la esperanza. Con los abrazos y los brindis nos deseamos lo mejor, la prosperidad, las bendiciones del cielo.

En el fuero interno hacemos un recuento de lo que fue nuestra vida en los anteriores 365 días, la balanza de lo bueno y lo malo, tras lo cual planteamos la tradicional lista de los buenos propósitos enderezados a cambiar las cosas para mejorar, pero la mayoría de las veces se queda en buenos propósitos nada más, pues pronto seguimos nuestras costumbres inveteradas difíciles de erradicar.

Piensa positivo

Quizá este mecanismo psicológico se deba a la necesidad de pensar en algo positivo, especialmente cuando se están viviendo crisis económicas, sociales o políticas, donde la credibilidad en la propaganda oficial se ha perdido por completo ante la incongruencia entre la realidad y lo que nos pretenden hacer creer, con lo que se pierde toda verosimilitud a pesar de los spots televisivos. Nadie quiere seguir en la mala racha.

Pero también puede ser una consecuencia de la temporada precedente, el adviento y la navidad, donde la meditación nos lleva a la profundidad interior para cambiar hacia una vida más acorde con el cristianismo que profesamos, y por eso en año nuevo se sigue la inercia de esta espiritualidad. Es el tiempo del “ojalá”, palabra derivada del árabe hispano que significa “si Dios quiere”, para denotar el vivo deseo de que suceda algo.

No, no es necesario recurrir a estos mecanismos psicológicos de la esperanza para seguir de pie, caminando por la ruta que nos corresponde, esa que vamos trazando con nuestros actos cotidianos.

Si quiero que mi vida cambie, no debo esperar a la noche de San Silvestre para iniciar. Mi espíritu debe ser constante, hacerlo congruente con mi voluntad. Cada uno de los 525,600 minutos del año debo estar haciendo algo para amar realmente a mí y al prójimo, luchar para que mi familia permanezca en armonía y constante crecimiento, trabajar en lo que me corresponde para mejorar mi sociedad, esa en la que me desenvuelvo, con lo que sé y debo hacer, sin transferir mis responsabilidades a los demás, ni culparlos de mis errores.

El tiempo no espera, sigue su marcha inexorable, esto es apodíctico, por eso no debemos desperdiciarlo haciendo planes o propósitos, si no estamos realmente dispuestos a cumplirlos cabalmente. Ojalá alcances esas metas que te propusiste, como resultado de tus pensamientos, palabras y acciones.

Así tendrás un ¡feliz año nuevo 2018!

Phillip H. Brubeck G.

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People Comments (3)

  • Agustin Brubeck enero 4, 2018 at 12:31 pm

    Como dice Phillip, el cambio en el calendario no es tan trascendente como el cambio de habitos, porque esperar un cambio si hacemos lo mismo… resultados diferentes provienen de acciones diferentes,bienvenidos los propositos, porque seguamente traeran acciones, y estas acciones los cambios que estamos esperando…

    Felicidades!

  • Lourdes enero 7, 2018 at 5:53 am

    El tiempo de los propósitos es cada segundo de nustra vida.

    • admin enero 7, 2018 at 7:24 am

      Y ese tiempo de los propósitos, con nuestro actos se convierte en el de las realizaciones.

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