FUE UN 6 DE AGOSTO DE 1883.
Mañana de los albores de aquella ciudad vieja de La Grita. La ciudad del Espíritu Santo donde hoy hace 141 años, Monseñor Jesús Manuel Jáuregui Moreno recibía la Parroquia catedral del Espíritu Santo y en su fe inmensa, ese día 6 de agosto de 1883, de la Transfiguración del Señor, mandó a bajar de la iglesia de Los Ángeles, la misma antigua del convento de Santa Clara, a la imagen del Cristo de la Grita. Como el cielo del colibrí volando y la pureza de las aguas venidas de Carikena, proclamándole en la beatitud de ser el vigilia y protector.
En el libro de gobierno del Colegio Seminario del Sagrado Corazón de Jesús, quedó asentado este inmenso momento de la historia católica de nuestra comarca, testimonio de amor a Dios todopoderoso en el legado de los franciscanos en la evangelización.
Y hoy hace 141 años se afirmó a través de Mons. Jáuregui el inicio de la festividad patronal de la ciudad de las montañas. Siendo dicho por el maestro Fidel Orozco, según documentos de la iglesia del convento que el milagro de Tadea fue un 14 de marzo de 1610. Quien afirmó el Dr. Emilio Constantino Guerrero. Testimonios que se perdieron de la parroquia de Los Ángeles y más aún de la biblioteca del maestro, después de su fallecimiento, sus hijos vendieron la casona y el nuevo dueño mandó a tirar todo, libros y archivo al callejón de San Francisco.
Los años pasaron y siempre se ha enaltecido cada 6 de agosto como la fiesta mayor de La Grita. Hace dos años en presencia de obispo auxiliar de la diócesis de San Cristóbal, Monseñor Alberto Ayala, del Párroco Jesús Mora Calderón, el Gobernador Dr. Freddy Bernal, el Alcalde Juan Carlos Escalante Palacios, el Cronista de La Grita, de nosotros, todos, testigos en la fe y defensores de nuestro patrimonio, se guardaron nuevamente los documentos que testimonian las heredades de la ciudad, y allí entre tanta memoria, se reafirmó una carta de Mons. Jáuregui siendo testigo de la ciudad sagrada de los Andes. Más de las pertenencias de sus derechos y tierras que llegaban a Maracaibo, como a Barinas, Mérida y Trujillo. Más de los legados escritos de Pamplona y Tunja.
Mientras desde los encantos de la «Ciudad de la Luna» se convirtió en los símbolos de la cristiandad tachirense. Guardándose en la Paloma de Plata originaria del Convento de Santa Clara desde aquel 1580. Más de la «Ciudad de Abraham» como «La Nueva Jerusalén», donde Isaura, Doña Josefa Melani de Olivares, lo dice en aquella entrevista de Teodoro Gutiérrez Calderón en el Anuario del Instituto Civil Jáuregui en 1947. Más de valores históricos; la dimensión de un testimonio entre hechos y la gran memoria de todos los tiempos. En las memorias de Raúl Salcedo y el interesante mundo artístico de un siglo en Pepe Melani, en la cúpula de la catedral del Arquitecto Pino Farías, quién hizo venir a la ciudad al ilustre Tito Salas, admirado por la pureza neoclásica del pintor de La Grita. Como de las virtudes hermosas de Fruto Vivas. En los misterios de los siglos y del Alba; los amaneceres, donde un Crucifijo sagrado venido del arte Barroco desde las escuelas del Cuzco, como de la Valencia de España en el clamor venido del escultor Salcillo en las imágenes de la oración de la Biblia y de los encantos en las generaciones entre la flor de los páramos y los millones de milagros de Jesús de Tadea … desde el marinero en el mar de Malta hasta la pureza de los humildes viajeros suplicando la tierra prometida y de amor los peregrinos de naciones y pueblos. De Bolívar ofrendando la libertad del sur del continente, en 1813.
Y 17 años después el Mariscal de Ayacucho en la Misión de defender la Gran Colombia en 1830, junto al obispo José María Estévez, ofrendó la verdad a los pies del milagroso Cristo eterno de La Grita.
En los violetas y las elevaciones de las catedrales eternas donde Dios de todas las constelaciones nos bendice con su manto de amor con lo más hermoso de nuestro infinito. Patrono del Táchira y simiente de ser la obra de arte más antigua del imaginario venezolano. En las más augustas de todas las verdades… para que en los venideros siglos este manto de amor que poseen las nieblas sea el testimonio de un cielo donde están las estrellas.
¡Bendito siempre cada 6 de agosto donde Dios en el Santo Cristo se viste de pueblos! Y están los siglos del hombre del Gólgota perdonando las crueldades humanas y en nombre de la paz vive la esperanza con la semilla de Dios en una paloma de plata. Y La Grita ciudad del Espíritu Santo, la primogénita del Táchira invocará cada día la fe al madero sagrado del arte gótico traído a nuestra patria con amor al milagro de la montaña…
Y con una lágrima en todas las esperanzas sienten y ruegan los hermanos de ciudades, campos y pueblos. Para que de hermandad se consoliden las verdades del infinito de un Cristo consagrado a la heredad de América.
Néstor Melani-Orozco.