EL CASTILLO ENCANTADO.
Hace mucho tiempo, en un hermoso castillo vivía una princesa muy amable. Por su buen trato a todas las personas y su sonrisa, todo mundo la quería mucho, y su fama se extendió por todas partes.
Un día llegó un príncipe que le cayó muy bien al rey, quien pensó que el joven podía ser un buen marido para su hija.
— Mi querida hija, quiero que te cases con este príncipe, será nuestro salvador, el tiempo se acabó para mí.
— ¡No papá! —contestó la princesa—, no quiero casarme con él, por favor pídeme cualquier otra cosa, pero eso no.
La muchacha, desesperada le explicó a su padre que no quería casarse con ella, pues se había dado cuenta de que trataba mal a las demás personas, pero al rey no le parecía así, porque el príncipe siempre había sido muy amable con los dos.
A pesar de todos sus ruegos, el rey la obligó a casarse con el príncipe.
Al poco tiempo el rey falleció, su hija y el príncipe se convirtieron en reyes.
Un día llegó al castillo una pobre anciana. La reina la recibió con mucha amabilidad, la hizo pasar al comedor para que comiera y descansara un rato, y mientras tanto estuvieron platicando. Cuando llegó el rey, la miró con desagrado y altanero le dijo:
— Vete horrible anciana, yo no te quiero aquí.
La reina se enojó y le dijo:
— ¡Respeta a la pobre anciana!
— No te preocupes mi querida reina, por tu corazón bondadoso tú estarás bien —le dijo la anciana. En ese momento se transformó en el hada que en realidad era, los reyes se quedaron asombrados por la transformación, y desapareció de la vista de los reyes al tiempo que hechizó al castillo.
Cada vez que una persona llega a la entrada del castillo, el sol quema mucho, los sillones parecen finos, pero están rotos y lo supieron porque un muchacho se sentó y se quedó atrapado y las patas de las sillas se rompen. Así quedó el castillo encantado por siempre.
Ana Paula Morales.