Lo máximo de Máximo

Lo máximo de Máximo.

Era el mes de noviembre, Santa Claus estaba preocupado, el próximo mes será Navidad y es necesario prepararse para llevar la alegría a los niños que esperan ansiosos la visita del legendario anciano con los soñados regalos que les colmará de felicidad. Todos los niños trataban de ser obedientes con sus padres y maestras para ser dignos de recibir los regalos más deseados.

Pensando que la situación mundial era bastante complicada debido a la pandemia de coronavirus 19, Santa Claus decidió hacer un recorrido por todo el mundo llevando a sus más inteligentes duendes experimentados en observación para que le acompañen en el viaje, así como también a un pequeño duende en calidad de aprendiz, ya que mostraba suficientes habilidades para hacer este tipo de trabajo. Cinco duendes fueron cuidadosamente seleccionados, un experto por cada continente: Europa, Asia, Oceanía, África y América. Los duendes tenían que registrar los datos más importantes en sus computadoras.

El viaje inició con gran emoción e interés por ver el mundo y conocer las costumbres, el comportamiento y deseos, principalmente de los niños que tanto ama el alegre Santa Claus. Al pasar por Europa, admiraron los palacios y fortalezas antiguas, llenas de historia y leyendas cautivadoras. Pasando por Asia observaron los palacios rusos, en China, la Gran Muralla, las pagodas chinas y japonesas con sus excelentes jardines. Los Templos de la India, todo tan diferente y hermoso, como en los cuentos de hadas. En Oceanía contemplaron las hermosas construcciones de Australia así como algunos animales exóticos propios de la región, tal como los canguros; pasando por África pudieron reconocer la asombrosa Esfinge y las pirámides de Egipto. En el Serengueti disfrutaron viendo animales salvajes corriendo en libertad. En América admiraron pirámides y construcciones muy antiguas de los habitantes primitivos de cada región y en las grandes ciudades, los edificios y puentes así también como los parques.

Los duendes observaban todo con gran interés y con deseos de detenerse a mirar con más calma; pero no era un viaje para turistas, sino de investigación. El duende más joven, llamado Máximo estaba muy inquieto, deseando ver todo sin perder detalle, en ocasiones se levantaba del asiento para ver mejor, se inclinaba para ver el borde lateral o trasero del trineo, deseaba ver mejor lo que sucedía abajo, quienes hablaban, qué hacían, qué decían, sobre todo los niños, por lo cual se encontraba siempre inquieto. Santa Claus le pidió varias veces que se sentara y estuviera tranquilo y en cambio se quedara observando, después platicaron sobre lo visto durante el viaje; pero Máximo parecía no escuchar por la emoción.

Pasando por México, sobre la ciudad de Monterrey, una figura luminosa en el patio de una casa llamó su atención. Se asomó por el borde del trineo y cayó al vacío. Los otros duendes alarmados, dieron aviso a Santa Claus, quien de inmediato lanzó unos polvos que cubrieron al duende que caía, envolviéndolo una luz brillante.

— Es lo único que puedo hacer por él para que no muera, no se lastimará, pero no volverá conmigo —dijo Santa Claus.

Una niña pequeña que jugaba vio por el cristal de la ventana la luz que caía en su patio, sorprendida gritó llamando a sus padres:

— ¡Papá, mamá, una estrella del cielo cayó en el patio! ¡Está echando muchas chispas!

Sus padres, alarmados, corrieron para ver qué sucedía. La luz era tan brillante que no podían ver qué era aquello. Unos minutos después la luz empezó a disminuir su intensidad y pudieron ver al pequeño duende con sus orejas grandes y puntiagudas; pero al perder la luz toda su intensidad, pudieron contemplar a un hermoso bebé que los miraba asombrado.

— ¡Es lo máximo! ¡es lo máximo! —gritaba la pequeña niña llamada Mila —¿Es mi muñeco nuevo?… ¿Me lo puedo llevar?

— No, contestaron sus padres —aún llenos de sorpresa y algo de temor, después de un momento de indecisión lo levantaron y abrazaron con ternura.

— ¿Es el hermanito que les pedí? —preguntó Mila.

Sus padres intercambiaron miradas durante unos segundos y respondieron:

— Sí, es tu hermano, pero tendrás que esperar a que crezca un poco para jugar con él, pues aún es muy pequeño y no sabe jugar.

— ¡Yo le enseño, yo le enseño! —insistía Mila— ¡Oh! ¡es lo máximo, es lo máximo! ¿verdad, mamá? ¿Y cómo se llama?

Mamá y papá se miraron nuevamente a los ojos unos segundos y ambos respondieron:

— ¡Máximo!

Mila había aprendido esa palabra y su significado pocos días antes y estaba entusiasmada de aplicarla a un hermoso bebé ¡su hermano! El bebé sonrió satisfecho. ¡Sí, ese siempre había sido su nombre!

Beddy Gamboa Lugo.

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People Comments (1)

  • Lourdes Brubeck Gamboa diciembre 25, 2020 at 9:46 am

    Una bella historia. Máximo es un bebé milagro que llega con bendiciones bajo el brazo como un antídoto contra tiempos difíciles

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